Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Sevilla

  Me llena de orgullo y satisfacción poder escribir por fin una reseña en este blog sobre mi segunda casa. En ella se dan encuentro miles de jóvenes sevillanos, tanto por la tarde como por la mañana, para nutrirse de matemáticas, física y sus sucesivas variantes técnicas. Todos ellos tienen algo en común: llegar a ser algún día ingenieros (algunos lo consiguen antes que otros). Es evidente que hoy nos ocupa la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Sevilla (ETSI), concretamente su cafetería.

 Allá por la casi inhabitada "isla" de la Cartuja, ubicada en uno de los antiguos pabellones de la Exposición del '92, se encuentra la ETSI, facultad que imparte la mayoría de las ingenierías en la capital hispalense. El edificio que la acoge es bastante grande, con seis plantas diferentes, clases para dar y regalar y un laboratorio al otro lado de la calle, cubre las necesidades de los aproximadamente 3000 alumnos de esta facultad.
  
  Aunque la primera carrera en impartirse en esta institución fue la ya extinta Ingeniería Industrial, poco a poco se sumaron otras disciplinas (Telecomunicaciones, Aeroespacial, Química...) hasta llegar al amplio abanico que se oferta hoy día en la escuela. Debido al plan Bolonia también se ofrecen Máster "de ejercicio" junto a otros de investigación o doctorado.

  Pero lo que nos trae hoy aquí es la cafetería de la ETSI. Concretamente las cafeterías, pues hay una en la planta ático (apenas frecuentada sólo por profesores, y de precios más altos) y otra en la planta baja. La segunda, que recientemente ha sufrido una contundente reforma, es a la que casi todo el alumnado va a comer, merendar o desayunar, ya que es más económica y amplia. Está dividida en dos niveles, de los que el primero acoge tanto la larguísima barra como la mayoría de mesas, al igual que la entrada y la salida (donde debes de coger y dejar respectivamente un papel en el que anotan tus pedidos para más tarde pagar). En ella podemos encontrar desde el clásico menú del día de primer y segundo plato con postre, pasando por una gran variedad de bocadillos, sándwiches, bollería o ensaladas, hasta un amplio abanico de tapas. Entre ellas, cómo no, se encuentran nuestras amadas bravas.

  Hasta éste año la cafetería de la ETSI no ofrecía bravas, pero debido al cambio de empresa previamente mencionado ahora sí que forman parte de la carta. Tras esperar un buen rato (quince minutos fácilmente para un simple plato de bravas), te sirven el plato que llega a través de un pequeño ascensor tras la barra. Lo primero que sorprende del plato es el tamaño (para valer 2€ es más que grande) y que, a diferencia de la mayoría de bares visitados hasta ahora, la receta es de la versión una salsa. Las patatas están cortadas a la forma tradicional, en cachelos, aunque no estaban para nada crujientes, y el interior tenía el calor típico del microondas. En cuanto a la salsa, única y roja, picaba más que un jersey de lana barato, picaba muchísimo, aunque no llegaba al nivel "alerta negra: peligro de muerte" de Er Más Bar. En ella no encontré más sabor que el ya mencionado picante, quizás la quinta patata bañada en salsa tuviera un sabor que recuerda vagamente al del ketchup (lo que tiene sentido viendo la salsa), aunque igual fue producto del hastío de mis papilas gustativas. Tras esto cabe recordar que estamos hablando de la cafetería de una facultad, y que la calidad esperada no debe ser ni por asomo comparable a la de un bar, más aún por el precio de la tapa.

  Así que, si estudias en la ETSI y estás un tanto harto del mismo menú de siempre, o de los bocadillos y la bollería, te animo a probar las bravas, que para ser de cafetería de universidad tampoco están tan mal y te llenan mucho por 2€.

Resumen: 

  Nombre y Localización: Escuela Técnica Superior de Ingenieros. Avenida de los Descubrimientos s/n, Sevilla. 

     Versión de las Bravas: Una Salsa.

     Valoración y Precio de las Bravas: Mala. 2€.

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Hermanos Luna

  Cerca de la capital hispalense, en la pequeña localidad de Camas (sí, donde nació Sergio Ramos), concretamente en la calle Ixbilia, se encuentra un humilde bar famoso en toda la ciudad y más allá por sus serranitos y su secreta salsa "Chipi". No hablamos de otro sitio que del bar "Hermanos Luna".

  Protegidos por la luna llegamos a un local que pasa totalmente desapercibido, tan solo un pequeño cartel iluminado lo distinguía de la fachada de una vivienda. Bajo dicho cartel se encuentra una barra exterior, en la que puedes hacer comandas directamente al cuerpo de camareros si estás disfrutando del tiempo sentado en la terraza. Desde allí puedes apreciar que el interior no es demasiado amplio, que da para unas pocas mesas y sillas, y que está decorado de la forma más tradicional sevillana.

  Al poco de llegar el camarero nos atendió para anotar las bebidas (por cierto, tristemente no tienen Shandy o Radler), pero aún así ya sabíamos lo que íbamos a pedir, pues al igual que muchos fuimos a Hermanos Luna por sus serranitos. La carta es tan reducida que cabe en una mano, y en ella puedes encontrar un buen resumen de la típica gastronomía de los bares sevillanos: croquetas, lomos a las diferentes salsas, algún montadito que otro, chacina, quesos... y sus afamados bocadillos, todo ello desprendiendo sabor y olor a casero. Para qué vamos a mentir, los serranitos estaban muy ricos, eran bastante grandes y bastante buenos; además vienen acompañados por un buen puñado de patatas bañadas por la salsa Chipi, cuyo sabor es difícil de describir o catalogar (ningún comensal se ponía de acuerdo en decir a qué sabía).

  Como no podía ser de otra manera, en el reverso de la carta había una lista de patatas y salsas para acompañarlas, y entre ellas figuraba la brava. Realmente me esperaba un cutre-plato de patatas con salsa mayonesa y ketchup caducado, pero afortunadamente me equivoqué. En lugar de dicho esperpento el camarero nos brindó con un buen plato rebosante de doradas patatas partidas en cachelos, cubiertas por una apetitosa salsa rojiza. No sé si las patatas eran congeladas o no (lo parecen), pues el efecto bombón helado estaba perfectamente conseguido: el exterior tenía el justo crujiente y el interior estaba blando y suave para mojar la salsa. En cuanto a la salsa (¡sí, sólo había una!), al principio no picaba demasiado, pero a medida que saboreabas el sabor del comino llegaba acompañado por un picante seco, justo en cantidad. Igual eché en falta algo más de sabor y sal, pero aún así es una salsa brava más que aceptable teniendo en cuenta que estamos en Sevilla.


  Concluyendo, por sus bajos precios, por su buen trato, por sus ricos serranitos, por su enigmática y rica salsa Chipi, y por sus más que decentes bravas (que igual no llegan al top 5 nacional, pero que seguro que lo estarían en el regional), estoy seguro de que volveré a Hermanos Luna a cenar y tener una buena velada acompañado por buena y casera comida. Y si vosotros no habéis ido, ya estáis tardando.

Resumen:

  Nombre y Localización: Bar Luna (conocido como Hermanos Luna). Calle Ixbilia 5, Camas (Sevilla).

  Valoración del Restaurante: Buena.

  Versión de las Bravas: Una Salsa

  Valoración y Precio de las Bravas: Muy Buena. Tapa 2'5€, Ración 5€.

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La Boquería

  En pleno Georgetown, uno de los barrios más famosos de Washington D.C., junto a muchas embajadas, universidades y hoteles caros, se encuentra un restaurante famoso y caro a la par, donde los "washingtonians" van de cuando en cuando a disfrutar de una buena cena. Da la casualidad que dicho restaurante es español, y que se llama "La Boquería".

  Quizás os preguntéis qué clase de español se mete a cenar en un restaurante español estando en la capital de EEUU, pero ese no es el objetivo de este blog. Lejos de lo que pueda parecer, es un restaurante bastante elegante, luces a media intensidad, una larga barra para tapear, pequeños salones en los que cenar tranquilamente, docenas de botellas de vino a modo decoración... atmósfera y ambiente agradable. El servicio, que no entiende nada de español, es bastante eficiente y agradable (como en casi todo bar americano): está siempre atento y rellenando vasos de agua cuando éstos se quedan a la mitad.

  La carta no es muy extensa, tan sólo una hoja sobre una tablita de madera, como la de los gastrobares modernos. En ella puedes encontrar una buena embajada de la comida española: paella, gazpacho, pimientos de padrón, tortilla de patatas, pinchitos... todo caro, pequeño y de gran sabor. Además tiene otra carta, ésta de bebidas, con casi cualquier bebida del país que te puedas imaginar, desde vinos malos, hasta denominación de origen, pasando por cerveza Mahou. De entre toda la oferta recomiendo especialmente los dátiles con beicon y Valdeón, el gazpacho y las croquetas cremosas.

  Y evidentemente uno de los platos contenidos en dicha carta eran las bravas. Me esperaba unas bravas dos salsas clásicas, pues el cocinero es catalán, pero en su lugar me encontré con las bravas más raras de este blog. Las bravas vienen servidas en un cuenco alargado, con la salsa suave sobre las patatas y la picante en el fondo del plato. A pesar de que las patatas están cortadas en forma de cachelos, estas no tienen efecto bombón helado ni nada parecido, más bien son efecto carbón, pues toda ella es crujiente y no da lugar a mojar la salsa. En cuanto a las salsas, la "mayonesa" sabe a aceite y la picante tiene un leve sabor y un débil picor, nada más. La combinación de dichos elementos no es muy desagradable, pero dista muchísimo de ser una tapa de bravas decente y menos por ese precio. Es una pena, pues ésta desastrosa versión es lo que muchos americanos tienen por "spanish food".


  Resumiendo, La Boquería es un restaurante caro y "cool", no es un sitio al que ir habitualmente por el alto precio de sus platos y la poca cantidad de los mismos (pagamos 37$ cada comensal y nos quedamos con hambre), aunque la calidad y sabor de sus platos es notoria en los mismos. Y si tienes intención de tomar bravas en D.C., te recomiendo que compres mayonesa, tabasco y ketchup en el supermercado más cercano y te hagas unas cutre-bravas rápidas, que seguro que son mejores que las de La Boquería.

Resumen: 

  Nombre y Localización: La Boquería. M Street 1837, Washington DC. 

  Valoración del Restaurante: Buena.

  Versión de las Bravas: Dos Salsas.
  
  Valoración y Precio de las Bravas: Muy Mala. 9$.

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Los Alcores

  A escasos metros de la Sevilla Alameda, concretamente en la calle Barco número 2, se encuentra un bar típico (y tópico) sevillano a más no poder, repleto de los típicos azulejos y farolillos, mesas y sillas feriantes, un bar que no destaca frente a los demás y cuya cocina no pasa de lo casero. Hablamos de "Los Alcores".

  El único motivo que nos empujó a mí y a mis amigos a entrar en Los Alcores fue el precio (junto al hambre), pues a escasos metros hay otro bar que merece mucho más la pena, pero que por poco se nos escapaba del poco presupuesto de aquella noche. El local hace esquina entre dos calles, y aprovecha la angosta acera para poner algunas mesitas en las que cenar bajo la noche sevillana, pues en el interior apenas caben más de 5 mesas (de sillas incómodas); tal es así había unos niños comiendo en las escaleras... Como mencionaba al principio la decoración es muy típica y "de aquí", nada a destacar salvo que el ambiente era un tanto cutre, tanto por el orden como por varios detalles. Aún así el servicio fue muy bueno, rápido, cercano y eficiente, resuelve cualquier duda que tengas y hace la entrega de platos de la mesa de una sola vez y en poco tiempo.

  La carta deja bastante que desear (de forma física) pues está empapada de vino, y una de las caras está completamente vacía (a pesar de que hay líneas dibujadas para escribir más platos). Los platos que contiene son los que te puedes encontrar en cualquier otro bar de turno hispalense: solomillo a las diferentes salsas (roquefort, eneldo, güisqui...), huevas a la plancha, mucho "pescaito", grandes serranitos de muy buena pinta, montaditos diversos... en fin, lo de siempre. Todo ello hecho de forma casera, sin presentación alguna y con imperfecciones, pero a bajos precios, la tapa media sale a 2'5€.

  Como no podía ser de otra forma, en Los Alcores preparan sus propias bravas, y como tampoco podía ser de otra forma, éstas son dos salsas. No voy a mentir, en cuanto vi el plato dije "Anda, las típicas patatas dos salsas cutres de mayonesa y ketchup". Error. Una buena presentación puede marcar la diferencia determinante a la hora de pedir una tapa o no, y os aseguro que si no fuera un friki de las bravas, no las habría pedido aquí. E igualmente os aseguro que habría sido una pena, pues resulta que Los Alcores es de los pocos bares sevillanos cuya salsa roja no es ketchup, sino una suave y rica salsa, pero que a mi parecer le hace falta bastante más picante; la salsa blanca era mayonesa casera, también rica y sin ese desagradable sabor a aceite de la mayonesa de algunos bares. La mayor de las pegas es la forma en la que cocinan las patatas, pues son como las de Burger King, esas conocidas como "french fries", largas, finas y lacias, sin darte la posibilidad de mojarlas en las salsas.

  En resumen, no creo que vuelva a Los Alcores, en la misma zona hay mucha oferta mejor en casi todos los aspectos por poco dinero más. Los platos no pasan del aprobado, aunque el servicio es bueno el ambiente y decoración no me convencieron. Si invirtieran un mínimo más de tiempo en mejorar la presentación y la calidad de los platos, otro gallo muy diferente cantaría. Ah, y si sois de esos a los que les gustan las bravas con sabor pero poco picante, Los Alcores es vuestro lugar.

Resumen: 

 Nombre y Localización: Los Alcores. Calle Barco 2, Sevilla.

 Valoración del Restaurante: Normal.

 Versión de las Bravas: Dos Salsas.

 Valoración y Precio de las Bravas: Buena. 2'5€.

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Uno de Delicias

  En uno de los mejores lugares de toda Sevilla, en el Edificio Cristina de la céntrica Puerta Jerez, acaban de abrir un bar de toque moderno y elegante, donde se sirve calidad a buen precio. Seguro que será un bar que dará mucho que hablar. No hablamos de otro que del joven y prometedor "Uno de Delicias".  

  Lo primero que me ha enamorado del restaurante es su localización. Se ubica a 20 metros de la Torre del Oro y a un tiro de piedra del metro de Puerta Jerez (algo digno de celebración para los que no viven en Sevilla capital, que son muchos). Por otra parte el local y su decoración me encantan, muy abierto, cristaleras por todas partes, mucha madera y luz, techos altos, mesitas para tapear y otras para "sentarse a comer"... todo ello en un ambiente muy moderno y elegante que te invita a entrar desde el escaparate y a quedarte al poner el primer pie allí.  

  La oferta gastronómica no es muy extensa, se centra en tapas típicas de la zona reinterpretadas y vistas desde un punto de vista diferente, resultado unos platos muy buenos y de alta calidad. Al igual que otros bares de corte "gastrobar" la carta es una hoja sujeta a una tabla de madera, como una carpeta antigua. En ella podemos encontrar  recetas en versión tapa y ración, fuera de carta también están disponibles otros platos de tamaño intermedio. Además, la relación calidad precio es excelente, las tapas oscilan los 3€ (el plato 11€ aproximadamente) y sirven bastante cantidad. De entre toda la variedad me gustaría hacer especial mención al españolito (tosta con lomo de cerdo bajo cebolla caramelizada y queso brie), el salmorejo de fresa con patatas (sorpresa en boca asegurada), y cómo no a sus bravas:

  En "Uno de Delicias" hacen las patatas de forma parecida a las "patatas Deluxe" de la famosa cadena McDonalds: con piel y rebozado especiado, muy crujientes y doradas, de un interior suave y cremoso. Como digo en cada entrada la gracia reside en la salsa, y es algo que han captado muy bien en este bar. La receta de bravas es del tipo dos salsas: por una parte bañan los gajos con un alioli verdoso de suave pero rico sabor, y sobre el mismo vierten la salsa brava (no es ketchup ¡aleluya!) más rica que he probado en Sevilla. La salsa es de tono marrón y ciertamente consistente, su sabor recuerda al cocido y a la carne (como las bravas de Despeñaperros hacia arriba), con un buen punto salado y contundente sabor que junto al crujiente de las patatas y la suavidad del alioli hacen de esta tapa un plato diez. Quizás el punto flaco del plato sea que el picante no es muy potente, pero desde luego está presente.

  En definitiva, justo cuando había dado a la capital hispalense por perdida en mi particular cruzada en búsqueda de las bravas perfectas, llega "Uno de Delicias" con sus bravas y me cautiva. Pero no son sólo sus bravas, por su ambiente, por su rápido y atento servicio, por su gustosa decoración, y sobre todo por su carta llena de sabor a buen precio, se va a convertir en un lugar de asistencia obligada para mi. Tenéis que ir a disfrutar de comida de verdad y de (con la boca llena) una de las mejores bravas de Sevilla.

Resumen: 

  Nombre y Localización:  Uno de Delicias. Paseo de Delicias, 1, Sevilla.

  Valoración del Restaurante: Genial.

  Versión de las Bravas: Dos Salsas.

  Valoración y Precio de las Bravas: Muy Buena. 2'9€.

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Papasá

  Hacía muchísimo que no pasaba por este negocio (muchos años), de hecho la última vez que clavé un tenedor en una de sus patatas asadas era cuando la cadena pasaba por una época boyante y tenía muchos locales. Ahora la empresa está en una situación mucho más decadente. Hoy probamos las bravas de Papasá.

  Por normal general, los locales son muy pequeños, concretamente al que fui se encuentra al final de la sevillana calle Lopez de Gomara, junto a otros muchos bares. Además de los pocos metros cuadrados del interior, en los días de bueno puedes disfrutar de la comida en la terraza de la acera, lo que es más que recomendable, pues el horno de patatas del interior despide mucho calor y olor a patata. Junto a dicho horno se ubica la corta barra, tras la cual la camarera/cocinera echa los diferentes ingredientes en las patatas asadas. La decoración es pobre, casi inexistente, los muebles carecen de embellecimiento posible y se reducen a pura funcionalidad. El servicio, que tal y como he dicho antes está compuesto por un único empleado que hace las veces de camarero y cocinero, es bastante eficiente y muy amable.

  La carta es bastante más amplia de lo que me esperaba, además de las famosas "papasás" contiene ensaladas, hamburguesas, perritos, pizzas (¿pizzas?), entrantes y camperos (que al parecer son bocadillos típicos de Málaga), pero de toda la carta lo único que he probado son las patatas asadas. Hay una grandísima cantidad de patatas entre las que elegir, y no procedo a enumerar las diferentes versiones pues coparía varios párrafos. Las patatas son muy grandes, llenan muchísimo y son baratas (4'5€ de media), además de estar muy buenas. En concreto, en mi visita probé la patata la texana, que contiene maiz, carne, salsa barbacoa (muy intensa) y otros ingredientes que no consigo recordar, y por supuesto también pedí la patata brava.

  La patata viene completamente abierta sobre un "papel Albal" que descansa en un cuenco. En el interior del tubérculo se encuentran los diferentes ingredientes, en este caso aceitunas (sí sí, bravas con aceitunas), salsa brava, mayonesa, y jamón york (creo recordar). Aunque no lo parezca, la mezcla de la patata asada, muy suave y blanda, con los ingredientes previamente mencionados, crea una versión diferente, muy rica y sabrosa de nuestras queridas bravas. No sólo mantiene el picante que todas bravas han de tener, si no que lo acompaña de un rico sabor que va variando poco a poco según los ingredientes que atrapas en cada tenedorada. En este contexto no sé si tiene mucho sentido encajar esta receta en el grupo de "una salsa" o "dos salsas", pero desde luego es más parecida a una versión dos salsas (que va mucho más allá) clásica.

  En conclusión, me he llevado una grata sorpresa al volver a papasá: comida abundante, rica, barata, y diferente a cualquier otra oferta. Desde luego no entiendo cómo no hay más clientes comiendo en sus restaurantes y disfrutando de sus patatas, que bien lo merecen. Seguro que volveré, y a vosotros os recomiendo hacer lo mismo, y más aún os recomiendo pasar por Papasá para probar unas ricas patatas bravas (o más bien patata brava) que seguro que os encantará.

Resumen: 

  Nombre y Localización: Papasá. Diferentes ciudades y localizaciones.

  Valoración del Restaurante: Buena.

  Versión de las Bravas: Dos Salsas.

  Valoración y Precio de las Bravas: Muy Buena. 4'5€.

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Café Bar Bravas

  En el madrileño barrio de Chamberí, relativamente cerca del edificio del Ejército del Aire, concretamente en la calle Meléndez Valdés, se ubica un bar de barrio de atmósfera castiza y tintes gallegos, en el que vuelan las comandas de bocatas de calamares y bravas. No hablamos de otro bar que de Café Bar Bravas.

  El bar Bravas presenta una discreta y oscura fachada, que no invita a entrar en el interior, únicamente decorada por el cartel que nos indica su localización. La decoración del local prácticamente brilla por su ausencia: además de la prolongada barra metálica que flanquea el angosto comedor no hay apenas más elementos en el restaurante salvando algunos cuantos carteles sobre Galicia. Tras dicha barra, además del mudo aunque eficiente camarero, y entre muchas botellas de bebidas alcohólicas y demás, se encuentran adheridos a la pared múltiples de cutre-carteles indicando al cliente las ofertas de las que dispone el bar.

  En el aspecto gastronómico Café Bar Bravas mantiene la fantástica tradición de servir con cada bebida una pequeña tapita. En mi caso las dos tandas de bebidas estuvieron acompañadas por unos "panes preñaos" de chorizo y un pan con tomate natural y bacalao. Entre las típicas recetas de todo bar de barrio podemos encontrar en los cutre-carteles de la barra varios tipos de hamburguesas, ración de pulpo, patatas con ali-oli, "trifásica" (¿será Tesla el cocinero?) o "afrodisíaca", el clásico bocata de calamares, pinchos morunos, múltiples sándwiches, unas ricas ricas croquetas... todos ellos platos caseros y a bajo precio. Y cómo no, entre la oferta de Bravas, podemos encontrar las bravas.

  Tal y como indican los cutre-carteles las bravas pueden servirse bañadas en salsa brava o mixta (brava y alioli). Las patatas vienen cortadas en trozos medianos e irregulares con cierta forma ondulada; crujientes por fuera (quizás no todo lo que debieran) y suaves y compactas por dentro, perfectas para absorber la salsa que las recubre. La salsa brava es la típica madrileña, pero no tiene nada que ver con la de otros bares, pues me atrevería a decir que esta es la mejor receta de bravas que jamás haya probado (sí sí, mejor que la de Las Bravas), especialmente por su maravillosa salsa brava. Ésta es anaranjada, con un riquísimo sabor a pimentón, comino y caldo, y con un suave (muy suave) picante de fondo que te impulsa a coger el tenedor de nuevo, pinchar otro trozo de patata y bañarlo en este jugo de los dioses braveros. La combinación con alioli le va muy bien, realza el ya de por sí fantástico sabor de la salsa y le da un genial toque de cremosidad. Es una salsa radicalmente diferente a cualquier otra que vayas a encontrar, tiene un sabor muy particular, y ello le confiere un cariz muy especial a estas bravas, que considero las mejores que he probado en toda mi vida.

  En conclusión, Café Bar Bravas es un típico bar de barrio en el que madridismo y cocina tradicional se entremezclan, que no tiene nada de especial más allá de un trato afable y una gran variedad de comida hecha con cariño, y que alberga un tesoro en forma de unas bravas fantásticas y maravillosas que te hacen llorar de placer gustativo. Antes de acabar, dos recomendaciones: mejor que no vaya en días de fútbol, y que no se le olvide pedir bravas.

  Resumen:

  Nombre y Localización: Café Bar Bravas. Menéndez Valdés, 62. Madrid.

  Valoración del Restaurante: Regular.

  Versión de las Bravas: Dos Salsas y una salsa.

  Valoración y Precio de las Bravas: Genial. Ración a 4€.

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Taberna La Auténtica

  En un lateral de la sevillana plaza de la Encarnación y en la calle Felipe II, se encuentra un bar "auténtico", que llama al viandante por el su fachada, entera acristalada, que muestra su curioso interior, y que hoy nos ocupa. No hablamos de otro bar que de "Taberna La Auténtica".

  El día que entré en este restaurante por primera vez iba buscando algo nuevo, un sitio al que nunca hubiera ido y que al pasar a su lado me entraran ganas de acceder, y fue precisamente eso lo que me pasó con La Auténtica. El interior es realmente curioso, ya que la fachada está entera acristalada, y puedes apreciar desde fuera que el local se divide en un piso elevado y otro bajo tierra. El inferior está destinado al tapeo, y es allí donde se concentra un mayor número de gente alrededor de la larga barra y sentados en altos taburetes comiendo en la tabla que recorre la pared. En el piso superior se respira un ambiente más relajado, y hace las veces de comedor, éste se divide en una sala mayor en la que se encuentran algunas mesas y la caja de arriba, y en otra más pequeña con más mesa, repleta de camisetas de fútbol y otros muchos elementos de dicho deporte. La decoración es elegante y luminosa, a excepción de la sala previamente mencionada, todo el local está pintado en beige o a ladrillo descubierto y decorado con muebles de diferentes maderas, sobrios y modernos. Entre los elementos decorativos cabe destacar el típico cartel redondo de Cruzcampo que antes presentaba la fachada del bar, pero que ahora preside un lugar de honor en el interior del local.

  Uno de sus puntos más débiles, y del que no suelo hablar a no ser que sea demasiado bueno o malo, es el servicio. Desde luego, no recuerdo una atención peor y más maleducada que la de La Auténtica, además la entrega de platos es desigual, y para conseguir que te atiendan hay que casi levantarse de la mesa y acercarse a la caja del comedor. Nefasto.

  Pero por otra parte, la comida del bar es muy buena. La carta presenta muchos platos diferentes, desde una gran variedad de quesos gratinados (provolone, cabra, con miel, mermelada), a muchas "pizzetas" diferentes (jamón y queso, cuatro quesos, pringá...), pasando por platos más tradicionales como patatas a las diferentes salsas, tortillas de patatas, panes... y muchos platos más, todos ellos en dos tamaños: con hambre y sin hambre. Dentro de la carta me gustaría destacar el queso gratinado con miel (simple pero buenísimo) y (¡por fin!) las bravas:

  En La Auténtica no sirven bravas como tal (el plato que pedí se llamaba combo campesino), pero a lo que ellos le llaman salsa gaucha yo le llamo salsa brava en toda regla, y ahora digo por qué. Las patatas, muy pequeñas y cortadas en mitades o gajos, parecen "papas arrugás": están cocidas, mantienen su piel y tienen el punto justo de sal. Aunque la versión de las bravas es una salsa, el plato trae tres: roquefort, barbacoa y gaucha brava, dispuestas como si fuera una bandera. La salsa, amarillenta como la salsa brava de los 100M, está realmente buena, tiene mucho sabor y un picante suave que va cogiendo intensidad a medida que saboreas el plato. Desde luego no se qué lleva (el color pone en relieve que el pimentón no es el ingrediente principal, o que tiene algún tipo de colorante), pero lo cierto es que ya quisieran muchos bares poder servir unas patatas (bravas o no) como estas.

  Concluyendo, La Auténtica es un bar con un ambiente muy bueno, en el que puedes tapear en su planta baja rodeado de gente, o bien sentarte a comer relajadamente en la parte superior. Puedes encontrar comida de muchos tipos diferentes, estando todos los platos muy cuidados tanto en sabor como en presencia. Por desgracia tiene un pésimo servicio, pero a pesar de él, si está harto de tomar "bravas salsa rosa" en lugar de unas bravas sabrosas y de verdad, acérquese a La Auténtica y pida el combo campesino.

  Resumen:

  Nombre y Localización: Taberna La Auténtica. Calle Felipe II y Plaza de la Encarnación, Sevilla.

  Valoración del Restaurante: Buena.

  Versión de las Bravas: Una Salsa.

  Valoración y Precio de las Bravas: Muy Buena. 3'2€.

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