Ruta de la Plata II

  Cerca del epicentro de la Costa del Sol, en San Pedro de Alcántara, concretamente en la calle Ávila 2, se sitúa a modo de embajada gastronómica un pedacito de Extremadura, donde los sabores y aromas pueden trasladarte desde Cáceres hasta Mérida. No hablamos de otro bar que de "Ruta de la Plata II".

  Paseando entre altos edificios anaranjados, un toldo amarronado donde se puede leer el nombre del local nos indica que hemos llegado a nuestro destino. Al entrar dejamos a nuestra izquierda la terraza del bar, protegida de la intemperie por una caseta de plástico y varias estufas eléctricas. El amplio interior del restaurante recuerda al de una taberna: paredes en tonos marrones y pardos, mesas redondas y sillas de madera, una larga barra con jamones colgados por techo, muchas botellas de vino apiladas con cierta solera... y un intenso olor a carne que te despierta el hambre desde que pones el primer pie en el restaurante. El servicio, muy atento y eficaz, no tardará en ofrecerte asiento bien en una zona más elevada junto a una televisión, o a ras de suelo en una mesa alta con taburetes u otra más baja con bajas sillas.

  En el ámbito gastronómico, "Ruta de la Plata II", más que "especialidades extremeñas" (tal y como reza la carta) ofrece una amplia gama de platos más típicos del centro peninsular y Castilla en general: casi una infinidad de montaditos diferentes, una rica ensaladilla, patatas a las diferentes salsas, muchos tipos de carne (pluma, presa, solomillo...) cargados de sabor, tostas con diferentes acompañamientos, migas, sus propias patatas "chip" caseras... todo ello muy bueno y a buen precio. Y cómo no, también sirven nuestras queridas bravas:

  Realmente la receta de "Ruta de la Plata II" es de una salsa, ya que el nombre del plato que reza la carta es "patatas con salsa brava y alioli", pero precisamente esta combinación de salsas es la que suele componer las patatas dos salsas, así que las voy a considerar como tal. Desde luego, las "papas" estaban

hechas de forma impecable, como un bombón helado: suaves y cremosas por dentro, pero crujientes y doradas por fuera y con el punto de sal y tamaño justo. Como tiene que ser. Sin embargo, la receta mete la pata hasta "el corvejón" en las salsas: una de ella es la "brava" (por llamarle de alguna forma): de color naranja y textura bizarra, lo único que aporta al plato es el sabor del comino. En lugar de llamarle salsa brava podrían hacerle un honor a la verdad y llamarle "salsa de cominos triturados", ya que cualquier otro ingrediente, sabor o picante queda mudo ante el saludo del comino al paladar. La otra salsa en cuestión es el alioli, el cual (y lo digo a boca llena) era de los mejores que he probado en la vida: casero, no licuado del todo, con algún minúsculo trocito de ajo, de textura agradable, punto de sal justo, y rebosante de sabor. Bravo por ese alioli.

  Así que, en resumidas cuentas, "Ruta de la Plata II" es un restaurante bastante atractivo para los amantes de la buena comida contundente como lo soy yo, donde degustar una presa que quita el sentido, acompañada de unas patatas perfectamente fritas y con unas salsas de muerte, todo ello en un ambiente amplio y relajado. Eso sí, a no ser que les pirre el comino tanto como a mi las bravas, no les aconsejo ni de lejos que pidan las bravas, en su lugar háganle un favor a sus papilas gustativas y pidan patatas con salsa alioli.

Resumen: 

  Nombre y Localización: Ruta de la Plata II. Calle Ávila 2, San Pedro de Alcántara (Málaga).

  Valoración del Restaurante: Muy Buena.

  Versión de las Bravas: Dos Salsas

  Valoración y Precio de las Bravas: Mala. 2'7€.

Macuro (Cerrado :( )

  En la trianera calle Rosario de Vega, concretamente en el número 10, muy cerca de la Plaza de Cuba se encuentra un bar atrevido, que apuesta por la mezcla y fusión de sabores, culturas y tradiciones de países de todos los continentes. No hablamos de otro bar que de Macuro.

  Un étnico y curioso cartel te da la bienvenida al restaurante que nos ocupa hoy: tanto el símbolo del local, parecido a un sol, como la tipografía de las letras que escriben "tAbErNa MaCuRo, cocina de mestizaje" nos permiten hacernos una idea sobre a qué tipo de restaurante vamos a entrar. Tal y como avanzaba antes, una de las palabras que mejor describen a este bar, tanto en su decoración como en la comida que preparan, es "étnico" y ahora voy a decir por qué. El local no es muy grande, lo compone una sola sala de tamaño medio decorada con múltiples cuadros (algunos de un artista que ha decidido exponer en el restaurante) sobre paisajes y elementos diversos del planeta, está plagada de sillas y mesas de madera sobre las cuales yacen rojos manteles individuales de papel. Hay muchos elementos decorativos como botellas de vino, velas, relojes antiguos... que le dan a Macuro cierta atmósfera "vintage". Algunas de las paredes y columnas del local están pintadas de negro con el fin de hacer las veces de pizarra gigante, en la que aparecen las diversas tapas, platos y vinos (muchos vinos) que ofrecen, y todo ello en múltiples idiomas. El servicio, al menos durante mi experiencia, no fue precisamente atento, a pesar de ser pocos los comensales presentes, tardaron en atendernos y la entrega de platos fue espaciada. El ambiente en Macuro es relajado, la luz es tenue y siempre hay música de fondo, pero impera en todo el local cierto olor a "fritanga" no muy agradable.

  En cuanto al aspecto gastronómico, en la estropeada carta puedes encontrar varios platos en diferentes secciones ("para empezar", "para continuar"...) como la tosta de queso valdenebro con confitura de higos y reducción de jumilla dulce (muy recomendable), solomillo al whisky, falafel de garbanzos con espinacas y salsa de yogur, arepitas (unas tortas venezolanas), risotto, tartar de salmón y mango... y muchos más platos representativos de las diversas gastronomías del globo. Además en las pizarras puedes encontrar platos fuera de carta, como las patatas tartar o la tempura de calabacín y pipas con crema de calabaza (con una presentación increíble), y una extensa variedad de vinos de todo tipo. Resumiendo, la carta de Macuro está plagada de platos con los que puedes probar un cachito de diversas partes del mundo, todos ellos cargados de sabor y a buenos precios. Y como no podía ser de otra manera, en Macuro también preparan su propia versión de nuestro plato preferido: las bravas.

  La receta que hacen de nuestras queridas bravas, al igual que en el 90% de bares de Sevilla, es del tipo dos salsas. Las patatas no las fríen ni confitan ni hornean, simplemente las cortan en cachelos y las cuecen con piel incluida, de forma parecida a las "papas arrugás", quedando una textura muy suave y agradable. En cuanto a las salsas, la roja era un tomate frito casero (poco habitual) bien cargado de picante (tanto que llega  desafiar a "Er Más Bar" y sus bravas infernales), mientras que la blanca era una mayonesa muy suave, de sabor muy sutil por no decir casi imperceptible. Lamentablemente el posible de sabor de este plato, estéticamente muy bonito al llevar perejil triturado sobre las salsas, queda totalmente enmascarado por el papel de la sal: es tal la cantidad que lleva que incluso el picante pasa a un segundo plano y te provoca repetidos tosidos. Lo que no se es si tal cantidad de sal es debido a falta de sabor en las salsas o a un desafortunado descuido por parte del cocinero. Espero que la razón sea la segunda.

  En definitiva, Macuro es un bar curioso y peculiar, donde la gastronomía mundial se da cita en unos 10 metros cuadrados al servicio del cliente, con el fin de pasar una agradable y tranquila velada en todos los sentidos (menos en el olfativo debido al olor a frito previamente mencionado). Me gustaría volver para probar más platos y comprobar si las bravas son así de insulsas y extremadamente saladas, o si fue un error; en caso negativo, si les apetece tomar unas bravas, mejor no entren en Macuro.

  Resumen: 

   Nombre y Localización: Macuro. Rosario de Vega 10, Sevilla.

   Valoración del Restaurante: Buena.

   Versión de las Bravas: Dos Salsas

   Valoración y Precio de las Bravas: Muy Mala. 2'7€.

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La Chunga

  Cerca de la sevillana estación de autobuses de Plaza de Armas, concretamente en la calle Arjona 13, se encuentra una bar que, por así decirlo, ha venido al mundo recientemente. Su seña de identidad es ese toque especial que encuentras en la decoración, en los platos, en el ambiente... un estilo indescriptible e inconfundible a su vez, al igual que su peculiar nombre. No hablamos de otro bar que de "La Chunga".

  A escasos cientos de metros del precioso puente de Triana, un toldo que evoca a años pasados nos señala dónde se encuentra el peculiar bar que hoy nos ocupa. A medida que me acercaba, "La Chunga" me recordaba cada vez más a otro bar muy famoso en Sevilla, "Catalina Casa de Comidas y Más", ya que aunque tanto el exterior como el interior, repleto de envases y bricks de antiguos alimentos, nos recuerdan al siglo pasado, se mantiene en el ambiente un aire contemporáneo, que se materializa en sus trabajadas tapas y en el uniforme del personal, creando así un agradable y curioso ambiente fruto de la unión de dos estilos. Tal y como adelantaba antes, el bar parece sacado de los años 50, ya que tanto el mobiliario, como la decoración que cubre las paredes, los ingredientes en cestas y cajas de cartón, la carta en una tablita de madera, los colores crudos y claros que bañan el local, o el nombre estampado en el cristal del negocio, nos transportan a otra época. El bar no es grande, apenas una alargada habitación de unos pocos metros de ancho iluminada por grandes ventanales que acoge una larga barra tras la cual se encuentra la cocina. Eso sí, en lugar de sentarte en el interior, puedes disfrutar de la velada sentado en las mesas que ponen en la acera. En cuanto al servicio, cabe destacar que fue nefasto, al menos aquel día: las tapas llegaban con retrasos considerables, las mesas estaban muchas veces desatendidas, y se repetían los errores en las comandas. Aún así, como siempre digo, igual fue un mal día y resulta que aquel día había una clientela mayor de lo normal, faltaba alguien... cualquier cosa, pero lo cierto es que el servicio aquel día fue bastante deficiente.

  Por parte del ámbito gastronómico, se nota que en "La Chunga" las tapas las hacen con cariño, atención y trabajo. La presentación, a veces clásica a veces rompedora, está más que cuidada y pensada, siempre cuidando el detalle al máximo para así obtener el mayor grado de satisfacción por parte del cliente, logrando que muchas de sus tapas resulten obras de arte para la vista. Además el sabor de los platos es muy potente, ya podrás pedirle al camarero (aunque tarde mucho en llegar) un pepito de roast beef, una chapapizza de carrillera queso de cabra y alioli de albahaca, un cremoso risotto, unas berenjenas gratinadas a la parmesana... o cualquier elemento de la carta, que disfrutaras de una tapa de categoría con mayúsculas. Eso sí, dudo de que muchos bolsillos resistan ir a "La Chunga" con frecuencia, ya que las tapas, aunque muy buenas, suelen ser merecidamente caras.
  Pasando a temas más importantes, como no podía ser de otra forma en el bar también hacen su propia versión de las patatas bravas. Para variar, y como la mayoría de bares sevillanos, la receta es de la versión dos salsas, sin embargo las patatas no las preparan como la mayoría (en cachelos), si no que las preparan con piel y ciertos condimentos, quedando un resultado parecido a las patatas "Deluxe" de McDonald's. En cuanto al aderezo, la salsa roja estaba hecha a base de tomate, quizás un poco amarga al paladar, y la blanca era una simple mayonesa. Además, sobre el compendio de salsas y patatas echan pimentón y cierto aceite balsámico, formando así una tapa visualmente muy potente. Por parte del sabor, no dejen engañarse por el pimiento, signo de picante, que ponen al lado de las bravas en la carta: no pican. Es cierto que la tapa es muy sabrosa y diferente a cualquiera que puedas encontrarte en Sevilla, pero por más que me esforcé no encontré el picante por ningún lado.

  Concluyendo, "La Chunga" es un perfecto candidato para echar una buena noche con los amigos disfrutando de unas buenísimas tapas, tanto en sabor como en estética, servidas por un servicio no tan bueno. Eso sí, tengan en cuenta que la calidad de las tapas se paga justamente en la factura. Por parte de las bravas, aunque el plato que preparan está rico, carece del picante y sabor que caracteriza a las bravas. Es un buen plato de patatas, que está bien para tomar algo, pero a mi parecer no son bravas..

Resumen:

 Nombre y Localización: La Chunga. Arjona 13, Sevilla.

 Valoración del Restaurante: Muy Buena.

 Versión de las Bravas: Dos Salsas.

 Valoración y Precio de las Bravas: Mala. 3'2€.

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Dúo Tapas

  En la Alameda, una de las zonas preferidas por los jóvenes sevillanos para salir por la noche, podemos encontrar innumerables bares, restaurantes, pubs y cafeterías, todos ellos diferentes unos de otros. Entre tal maraña de locales, al final de la Alameda, concretamente en la calle Calatrava 10, encontramos un bar que recoge, resume y concentra el espíritu y ambiente de la zona. Un bar original y diferente, donde los vinos tienen un lugar especial. Hablamos de "Dúo de Tapas".

  Si pudiera definir la zona de la Alameda con una palabra, con mayor o menos acierto, sería "alternativa", y usaría esa misma palabra para definir el bar que nos ocupa hoy. La decoración de "Dúo Tapas" conjuga los azulejos sevillanos, las mesitas bajas de madera rodeadas de taburetes, barriles donde comer... y otros elementos de los bares más típicos hispalenses, con pizarras de vivos colores, una pared entera a modo de carta de vinos, vajilla y salvamanteles diferentes para cada comensal, un pequeño y curioso carrito de la compra lleno de caramelos... y otros objetos decorativos más modernos y juveniles que generan un curioso contraste y ambiente muy agradables y totalmente diferentes a cualquier cosa que hayas visto hasta ahora. En cuanto al servicio, quizás debido al bullicio y lleno del día, sufrió varios retrasos entregando los platos de forma muy escalonada, y pecando de desatención al cliente en más de una ocasión.

  En cuanto a la carta... ¿carta? No, una de las cosas que caracteriza a "Dúo Tapas" es la inexistencia de cartas como tal. Los camareros ofrecen varias pizarritas en las que figuran las tapas y sus precios escritos con tizas de colores vivos, además también puedes consultar los platos que hay en una de las paredes que hace las veces de súper-pizarra. Las tapas suelen ser bastantes originales y modernas, tanto en su composición como en su presentación y decoración, quedando bastante vistosas, y para colmo también son abundates y económicas. Entre ellas caben destacar la mini-hamburguesa Elvis, la carrillada, el tartar y el tataki de atún, los huevos rotos con morcilla y trufa, el magret de pato, los tallarines con verduras, el pulpo, el solomillo de buey... entre otras. Además, tal y como he dicho, en "Dúo Tapas" dan una gran importancia a los vinos, y tienes para elegir una gran variedad que podrás consultar en la pared-pizarra donde están escritos. Y cómo no, en "Dúo Tapas" también ofrecen patatas bravas.

  Las bravas también son "víctimas" de la originalidad presente en las tapas de "Dúo Tapas": sirven las patatas cortadas finas en forma de luna creciente de forma muy original. A diferencia de lo común parece que no las cuecen previamente, directamente las fríen quedando bien crujientes. La receta es versión dos salsas: las patatas están bañadas en orégano, tomate frito casero (o eso parece) y un ali-oli muy suave. En mi humilde opinión estas son las bravas más mansas que he probado en mi vida: por más que buscas el sabor y el picante lo único que consigues percibir es el ácido del tomate acompañado por un atisbo de ajo. Por muy cuidada que sea la presentación en un cuenco, con esa forma tan diferente de cortar las patatas, y con el aderezo del orégano, el plato como tal no merece la pena.

  En conclusión, "Dúo Tapas" es un original, diferente y alternativo bar que me ha gustado mucho. En verano puedes tomarte unas buenas y abundantes tapas en la terraza contemplando la Alameda y degustar a su vez de un buen vino de los muchos que ofrecen. Así que si desean probar algo diferente y pasar un rato agradable acompañado por sus amigos, no lo duden y pásense por "Dúo Tapas". Pero si lo que quiere es probar unas buenas bravas, no le recomiendo que vaya.
  
Resumen:

  Nombre y Localización: Dúo Tapas. Calle Calatrava 10, Sevilla

  Valoración del Restaurante: Muy Buena.

  Versión de las Bravas: Dos Salsas.

  Valoración y Precio de las Bravas: Muy Mala. 2'9€.

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La Roca

  Perdido en algún lugar de la catalana provincia de Girona, cerca de Bisbal d'Empordà (famoso por su cerámica), se encuentra un precioso pueblo medieval llamado Peratallada, en el cual puedes dar un apacible paseo y transportarte varios siglos atrás. Pues en una de sus históricas callejuelas de piedra ocre se sitúa el bellísimo restaurante que nos ocupa hoy: "La Roca".

  Nada más acceder al pueblo un cartel negro de letras amarillas te indica que en el interior se encuentra un restaurante llamado "La Roca". Aunque el cartel no es muy elegante ni sofisticado, a medida que discurras por las preciosas callejuelas de Peratallada, plagadas de señeras y de historia, y te acerques al local, apreciarás que el restaurante sí que lo es. El restaurante lo componen un edificio antiguo, al estilo del resto del pueblo, vestido por una hiedra y una gran terraza con vistas al pueblo y al campo, plagada de numerosas mesas de madera a la sombra de múltiples sombrillas. Mientras que la zona exterior tiene un estilo moderno y elegante con alguna que otra escultura "abstracta", el interior tiene cierto tono "vintage" y rústico a su vez, estando el salón y la recepción plagados de múltiples objetos del siglo pasado o anterior y de elementos agrícolas. El personal es rápido y eficiente, aunque como siempre digo para saber esto con certeza hay que ir repetidas veces. 
  En cuanto a la comida, en la carta hay un gran abanico de platos típicos de la zona, presentados de forma vistosa, moderna y cuidada, entre los que puedes encontrar: caracoles guisados, butifarra blanca y negra con tostadas con tomate, cordero y conejo al horno, pollo de payés con gambas y langostinos, crema catalana... entre otros. Además muchos de esos platos están presentes en el menú que ofrecen por 12€, que inlcuye primer y segundo plato, postre, y pan o tostadas con tomate. Y cómo no, igualmente sirven una de las tapas más típicas de la zona: las "patates braves", o patatas bravas en castellano.

  Como no podía ser de otra forma, en "La Roca" preparan la versión dos salsas de la receta, ya que es típica del levante español (la versión dos salsas es aquella que adereza las patatas con una salsa picante de tono rojizo y con otra más suave, que suele ser mayonesa). Las patatas las sirven como tienen que servirse, es decir, cortadas en cachelos y crujientes por fuera y suaves y blandas por dentro. Quizás "La Roca" sea el restaurante que haya visitado que mejor prepare las patatas. Pero desgraciadamente la salsa con la que bañan las patatas no es más, o al menos eso parece, que una salsa rosa picante: ketchup, mayonesa, y algún picante como el tabasco. Las patatas perfectamente hechas quedan bañadas por una salsa insulsa, pobre, y de picante fácil.

  En definitiva, en la calle de La Roca en Peratallada encontraréis un restaurante fantástico en cuanto a platos, variedad, entorno, ambiente, precios, y servicio. Un lugar fantástico para comer y echar la tarde en el pueblo en el que se encuentra, pero desde luego nada recomendable para pedirse unas patatas bravas.

Resumen:

  Nombre y Localización: La Roca. Calle Roca 8, Peratallada (Girona).

  Valoración del Restaurante: Muy Buena.

  Versión de las Bravas: Dos Salsas (mezcladas).

  Valoración y Precio de las Bravas: Mala. 3€.

La Sacristía

  En una de las calles con más bares y turismo de toda Sevilla, Mateos Gago, en un lugar inmejorable (casi "divino") muy cerca de la catedral, se encuentra el restaurante que nos ocupa hoy. Un bar muy eclesiástico del cual todo el mundo sale encantado, así que vamos a comprobarlo: en esta ocasión vamos al bar "La Sacristía".

  En apariencia, desde fuera parece un bar sevillano más: tradicional cartel acristalado a modo de bienvenida, ladrillo visto, madera y botellas de vino visten las paredes, una larga barra plagada de surtidores de cerveza glacial y de jamones colgantes, pequeñas mesas oscuras rodeadas de bancos o taburetes, pizarras "internacionales" que indican las especialidades de la casa, viejos faroles pendientes del techo, y mucha decoración religiosa e imágenes de la semana santa sevillana en cada rincón. Es un lugar bastante bonito y acogedor, además si lo prefiere puede sentarse en la terraza de la calle con vistas a la catedral hispalense, pero no tiene nada en la decoración que lo haga especial. En cuanto al servicio, que va uniformado con una camisa blanca y corbata negra, es atento y cordial, aunque los platos (por lo menos en mi experiencia como cliente, que puede ser un hecho aislado) llegan escalonados y con una diferencia considerable de tiempo.

  En el aspecto gastronómico, además de los platos y ofertas temporales que nos ofrecen las pizarras, en la carta podemos encontrar, entre un gran abanico de tapas, desde las recetas más tradicionales como el flamenquín, platos de jamón y queso, salmorejo, solomillo a las diferentes salsas, montaditos, tortilla de patatas y camarones... hasta platos menos comunes y más elaborados como los huevos a la flamenca, rollitos de berenjena o caldereta de venado. Y cómo no, entre tanta tapa y religión podemos encontrar nuestro plato estrella: las bravas.

  En "La Sacristía" no sólo sirven las bravas como tapa individual, también las ofrecen como acompañante con otras tapas como el flamenquín. Centrándonos en las bravas, las patatas estaban cortadas en cachelos a la forma tradicional, pero en lugar de estar cocidas y fritas éstas estaban solamente cocidas (o bien habían sido sumergidas en aceite un instante). En cuanto al aderezo, que es lo que realmente caracteriza el plato, en "La Sacristía" ofrecen la versión de una sola salsa, más castellana y del centro peninsular. La salsa anaranjada cubre abundantemente el plato, pero ni por esas le da el sabor que debería tener un plato de bravas. Al igual que pasa en "Levies", el aderezo parece más un puré de verduras soso y carente de sabor que una salsa picante y rica. Quizás si mojas una patata en toda la salsa disponible encuentres algún recuerdo al picante, pero yo desde luego no lo logré.

  En definitiva "La Sacristía", que pese a no ser diferente al típico bar sevillano, es un restaurante muy acogedor y agradable, un sitio perfecto para hacer un alto en el camino en una visita al centro sevillano, donde a un precio razonable puedes tomar unas buenas tapas de muchos tipos diferentes. Eso sí, si quiere probar unas buenas bravas mejor vaya a otro de los muchos bares de Mateos Gago.

Resumen:

  Nombre y Localización: La Sacristía. Calle Mateos Gago 18, Sevilla.

  Valoración del Restaurante: Buena.

  Versión de las Bravas: Una Salsa.

  Valoración y Precio de las Bravas: Muy Mala. 2'8€.

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Tesco's Sauce.

  In this ocassion probamos la receta (más bien sauce) of one of the most famous supermercados en Gran Bretaña, that receives millions of clients every día. We're talking about el famosísimo "Tesco".

  Dejando atrás el "spanglish"... tal y como he dicho los supermercados Tesco son muy frecuentes en el Reino Unido y reciben diariamente millones de clientes en sus locales. Para un español resultan muy curiosos estos supermercados (aunque igual ya no tanto): mientras que la forma más común de pago en España es pasar por caja y que una cajera vaya pasando por el escáner los productos que has comprado, en Tesco (y en otros negocios del mismo sector como Sainsbury) cada cliente tiene la opción de pasar él mismo los productos que ha cogido de la tienda por el escáner y colocarlo sobre una balanza, que te va indicando los objetos que has comprado y el precio total. Ésta es la opción preferida por la gran mayoría de los clientes (incluido un servidor) ya que te ahorras la cola y terminas mucho antes. En cuanto al resto del supermercado, con decir que es un mercado típico británico es suficiente, es decir, tiene mucha comida preparada para comer al instante, mucha fruta cortada en bolsas, comida de todos los rincones del mundo, "meal deals" que puedes hacerte con una bebida un plato y un aperitivo... En fin, el que haya ido a Londres sabrá de lo que hablo. Y dentro del apartado de comida internacional, como no podía ser de otra manera, hay un gran estante dedicado a la gastronomía española y a sus tapas, y dentro de la sección de salsa nos encontramos una gran sorpresa: "Spanish Salsa Brava".

  Como solamente venden la salsa no podemos criticar las patatas (no hay), así que pasamos directamente a valorar el aderezo que venden en Tesco: Según indica la etiqueta que viste al bote de la salsa, ésta está pensada para ser acompañada por "Alioli Tesco" (que la verdad no está nada mal), así que podemos decir que es estilo de dos salsas. La salsa como tal es incluso peor que el ketchup que usan en los cutre-bares: la salsa apenas tiene sabor, y el poco que tiene es de puro pimiento, tiene mucho picante (además de ese que se te queda bastante tiempo en la boca) y para colmo está sosa. Cabe decir que cuando se mezcla con alioli queda una salsa suave, de sabor equilibrado y no muy picante, que en general no está nada mal, pero más que una salsa brava resulta una salsa de pimiento.

  Concluyendo, más no se le puede pedir a un supermercado inglés, por muy extendido que esté, que ofrece un gran abanico de producto tanto nacionales como extranjeros y más concretamente españoles. La salsa sola no merece ni un "penny", no cumple ningún requisito de lo que tiene que tener un buen aderezo. Si alguna vez estás en Gran Bretaña y te da un ataque de nostalgia gastronómica... cómprate mejor una de las tapas ya hechas que vende Tesco o pásate por uno de los muchos bares españoles que hay.

Resumen:

  Nombre y Localización: Tesco. Gran Bretaña.

  Valoración del Supermercado: Muy Buena.

  Versión de la Salsa: A gusto del consumidor.

  Valoración y Precio de la Salsa: Como una salsa: Muy Mala. Con Ali-Oli Tesco: Buena. 3GBP.

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Alcázares

  En un lateral de la sevillana Plaza de la Encarnación, la de las "Setas" vaya, concretamente haciendo esquina con la calle Alcázares, se encuentra un bar muy antiguo, repleto historia y sabor tanto en sus platos como en cada rincón del local. No hablamos de otro restaurante que de "Alcázares".

  El bar se sitúa justo enfrente de los nuevos negocios que ha traído el Metropol Parasol a la plaza, modernas franquicias dedicadas al negocio de la restauración, que nos ofrecen desde pizzas, pasando por helados, hasta cerveza muy fría. Entonces ¿por qué entrar en "Alcázares"? Para empezar por su curiosa y pintoresca decoración. Nada más entrar te da la bienvenida al bar un entorno cálido y familiar: las paredes están adornadas con numerosos antiguos carteles tanto de fiestas populares sevillanas como de publicidad (además de unas curiosas lámparas con forma de jarra de cerveza), el mobiliario es en general de madera y mármol, y puedes apreciar en la arquitectura (parte del techo está abovedado como una bodega) que éste es un edificio antiguo. En lo que concierne al personal, el trato es cercano, pero respetuoso, y eficiente.

  En el aspecto gastronómico en "Alcázares" son típicos los crepes, que puedes encontrar en la sección de cocina internacional. Los hay de muchos tipos: de cuatro quesos, de setas, de diferentes carnes... además podemos encontrar en la carta platos más típicos, e igualmente buenos, como son los boquerones, solomillos a las diferentes salsas, varias ensaladas, montaditos de todo tipo... todo a muy buen precio y de buena calidad. Y cómo no, también podemos pedir nuestro querido plato, las patatas bravas:

  En "Alcázares" las patatas las cortan a la forma tradicional, es decir, a gajos o cachelos. En cuanto a la cocción, las patatas estaban crujientes y bien doradas por fuera, aunque por dentro resultaban muy duras, e incluso crudas, al tacto. Respecto a las salsas, que es lo que realmente caracteriza a cada receta, en este bar sirven las bravas acompañadas por dos salsas (como en el Levante y en casi toda Sevilla): una roja más picante y mayonesa. La salsa roja era ketchup aderezado con un poco de tabasco, y la mayonesa parecía casera. Así que nos volvemos a encontrar con el típico bar que en lugar de patatas bravas sirve "patatas con salsa rosa" un tanto picante.

  En resumen, "Alcázares" es un bar agradable, que sirve platos repletos de sabor y calidad a buen precio, perfecto para echar un rato con los amigos tomando unas tapas. Pero si su intención es degustar unas buenas bravas no les aconsejo pedirlas precisamente en este bar.

Resumen:

  Nombre y Localización: Alcázares. Calle Alcázares esquina Plaza de la Encarnación, Sevilla.

  Valoración del Restaurante: Buena.

  Versión de las Bravas: Dos Salsas.

  Valoración y Precio de las Bravas: Muy Mala. 2'5€.

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Mercadona

  Esta vez os traigo una receta que no os la va a servir ningún camarero (si fuera así yo de vosotros no volvería a ese restaurante), pero que se la puede hacer uno mismo en apenas unos cinco minutos, y que además no están nada mal para lo que son. Hablo de las famosas (tienen una canción dedicada y todo) bravas de Mercadona.

  Dudo que haya alguna capital de provincia española, exceptuando las vascas, en la que no haya una tienda de este supermercado dirigido por el valenciano Juan Roig, de hecho si mal no recuerdo "Mercadona" se planteó expandir su imperio a países vecinos como Italia, Francia o Portugal. Así que ya que hay tantos supermercados de esta línea no le será complicado a nadie poder comprar las bravas que venden. No voy a perder tiempo esta vez hablando de la decoración de los locales o el trato personal (¡esto es un súper, no un restaurante!) así que me limitaré a decir a modo de breve explicación que "Mercadona" es lo más parecido a unos ultramarinos o una tienda de barrio hecha supermercado, por su trato, modelo de gestión y productos. Cabe destacar que además de las bravas también podemos encontrar en estos supermercados una salsa brava marca "Hacendado" diferente a la que venden junto a las patatas. Como todavía no la he probado, no me aventuro a describiros nada, aunque me han hablado muy bien de ella. Sin más dilación pasamos al quid de la cuestión:

  El pack que vende "Mercadona" consta de una buena ración de patatas, cortadas ya en cachelos o gajos, y recubiertas de una crujiente fritura, junto a las salsas. Como el supermercado tiene su origen en Valencia, el pack trae "dos salsas", pero a diferencia de mis queridos cutre-bares del barrio sevillano de la Macarena, la salsa roja que incluye no es ketchup, si no que es una salsa picante de textura un poco líquida, un poco picante, y un sabor bastante pobre. Por otra parte la salsa blanca, mayonesa, está bastante decente para mi gusto. Según las instrucciones de la caja, puedes o bien hacerlas al microondas (NO) o hacerlas en la freidora (SI), de todas formas os voy a decir lo que yo hago: para empezar corto las patatas más grandes por la mitad, para que todas queden tiernas por dentro. Mientras la freidora se calienta hasta unos 170/180 ºC mezclo ambas salsas en un vasito, y cuando están bien mezcladas le echo un poco de tabasco para darle un agradable picante de fondo. Cuando ya está caliente el aceite meto las patatas, y las saco cuando estén bastante doradas (el color engaña, ya que la fritura que trae ya es de por si dorada) y crujientes por fuera. Cuando hayan perdido aceite le echo sal y la salsa por encima, y apenas en 5 minutos ya tengo unas patatas bravas listas.

  En resumen, no son unas patatas que impresionen por lo buenas que están, ni por el sabor de su salsa ni nada parecido. Son unas bravas normalitas, pero no son un plato de restaurante, además las tienes listas en nada de tiempo sin tener que meterte apenas en cocina (si queréis una buena de bravas receta os recuerdo que en este mismo blog tenéis una hecha por mi). Son un plato perfecto para compartir en una cena, así que os animo a que en vuestra próxima compra compréis unas bravas marca "Hacendado".

Resumen:

  Nombre y Localización: Mercadona. Casi cualquier ciudad de España.

  Valoración del Supermercado: Muy Buena.

  Versión de las Bravas: Dos Salsas.

  Valoración y Precio de las Bravas: Buena. 1'7€.

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La Pulchra

  Tras mucho tiempo sin poder escribir en el blog debido a un acoso sin parangón por parte de los exámenes de ingeniería, me "llena de orgullo y satisfacción" volver a la carga y a las bravas una vez más. En esta ocasión entramos en un bar del sevillano barrio de Nervión, concretamente en el costado este del estadio Sánchez Pizjuán del Sevilla FC. Éste es un bar más castellano que sevillano, en apariencia, ya que tanto el nombre del negocio como su logotipo hacen referencia a la catedral de León, cuyo mote es el nombre de éste bar. No hablamos de otro restaurante que de "La Pulchra".

  La catedral leonesa, debido a su estilo alejado de otras catedrales hispanas, es llamada la Pulchra Leonina que en latín significa algo como "la hermosa leonesa". Lo cierto es que para conocer este hecho he tenido que recurrir a nuestro gran amigo Google, siendo sincero cuando leí el nombre del bar me pareció el de una aldea lituana. Dejando la historia, el latín y las curiosidades a un lado, lo cierto es que pese a la apariencia leonesa de éste local lo único que nos recuerda a la que fue la capital del Reino de León es el logotipo del bar. La decoración del interior es moderna y elegante: las paredes están pintadas en amplias franjas (manteniendo un estilo parecido al de "Casa Catalina") en tonos pardos y beiges, y solo las viste algunos marcos de madera que hacen las veces de botelleros decorativos, por otra parte el sobrio mobiliario presenta colores más vivos que van del rojo al gualdo. No sé a vosotros, pero ésta decoración me dice lo mismo de León que de Guarromán, en Jaén. Por otra parte, el servicio es atento y cercano, sirviendo con rapidez y eficacia las comandas.

  En el ámbito gastronómico la carta tampoco es que sea muy leonesa, de hecho la mayoría de sus componentes son los de la cocina tradicional andaluza, entre los que podemos encontrar chipirones a la plancha, croquetas... entre muchos más platos típicos. Aunque también hay algunas recetas que sí que recuerdan más a Castilla, como es la morcilla y el cochinillo al horno, junto a otros platos más elaborados como son el crep relleno de morcilla con dulce de manzana reineta sobre cama de queso Camembert (puedes tomarte un descanso a mitad del nombre) o las taleguillas de queso Valdeón con nueces. Y lo cierto es que lo más leonés que tiene éste bar es para mi gusto una costumbre digna de importación, y que bien se hace en otras ciudades como Granada: si te sientas a comer en "La Pulchra" no hace falta que pidas la tapa de bravas, ellos ya te la sirven con cualquier bebida sin que éstas tengan un precio desorbitado.

  Pasando a lo realmente importante (las patatas bravas, cómo no) he de decir que ésta receta me ha desconcertado más que ninguna. Normalmente cuando voy a un bar y tengo la oportunidad de probar su versión de las bravas intento sacar los ingredientes para describirla lo más exactamente posible aquí, pero lo cierto es que he sido incapaz de hacerlo con la receta de "La Pulchra". Irónicamente en lo que más falla en ésta receta es la forma en la que preparan las patatas: las sirven al estilo tradicional en gajos, y parecen más cocidas que fritas, ya que están blandas al morderlas (no todas, hay que decirlo) pero tienen una fina película de fritura que hace pensar que o bien la han pasado muy poco por la sartén, o que directamente las han cocinado en aceite a fuego muy lento, cociéndose en el aceite. Salvando la cocción de las patatas, la receta es buena y original: la salsa es mayonesa casera (o eso parece) mezclada especias y sabores que he sido incapaz de sacar (¿pimentón?¿pimienta?¿chorizo?), pero lo cierto es que resulta una salsa de textura agradable, gran sabor, justa de sal y de picante rico y suave.

  Así que, concluyendo, si algún día va a un partido del Sevilla FC, o bien simplemente pasea por Nervión y le apetece tomarse unas tapas, es una muy buena elección pasarse por "La Pulchra" a tomarse unos platos ricos, que hacen con cariño, a buen precio, y de paso tendrá la oportunidad de degustar gratis un fantástico y diferente plato de patatas bravas.

Resumen:

  Nombre y Localización: La Pulchra. Calle José Luis de Casso 32, Sevilla.

  Valoración del Restaurante: Buena.

  Versión de las Bravas: Una Salsa.

  Valoración y Precio de las Bravas: Genial ¡Gratis!

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La Pincelada

  En el famoso barrio sevillano de la Alfalfa, muy cerca de uno de sus locales de copas más famosos, el "Cabo Loco", concretamente en la calle Pérez Galdós, hay un restaurante de vanguardia en el que puedes comprar un cuadro entre tapa y plato. Hoy hablamos sobre "La Pincelada".

  No es algo habitual encontrar precisamente en ésta zona de la capital hispalense, conocida por sus bares de copas y chupitos, un restaurante de estilo moderno y elegante como éste. Antes de entrar ya puedes hacerte una idea de cómo es el restaurante gracias al curioso cartel que anuncia a "La Pincelada" bajo el título de "Gastrobar" junto a un logo un tanto peculiar. Una vez dentro el local te muestra su decoración, que debido al edificio en el que está ubicado, es una fusión entre la tradición y lo contemporáneo: mobiliario simplista de colores claros, una luz ambiental tenue, cuadros a la venta por todas partes, música moderna y variada, mesas bajas más elegantes para comer sentado, y típicas rejas sevillanas, una carta que incluye desde platos vanguardistas y exóticos como las bolsitas de gambas y puerro o el tataki de atún, hasta recetas más tradicionales como el revuelto de ibéricos con salmorejo o el bacalao al pil-pil... Por otra parte, el ambiente es muy agradable, da la sensación de que estás comiendo en medio de una exposición (no opinaré sobre la calidad de los cuadros), y el servicio es eficiente, atento y simpático, aunque me dio la sensación que se fueron ellos mismo a Cádiz a pescar las gambas del tiempo que tardaron en servir los platos. Además si te gusta el vino en abundancia, por 2,75€ te ponen una tapa de bravas, que ahora comentaré, junto a un "copón" (como el as de copas) repleto de vino capaz de inundar el local si se derrama su contenido. Recopilando, "La Pincelada" es un restaurante de estilo moderno y vanguardista donde puedes echar un rato muy agradable, pero el lenguaje que emplean en la carta ("fusión de pinceladas" o "el mar de pinceladas"), el intento de galería exclusiva y el epíteto que le otorga el cartel de la entrada hacen de éste un restaurante que pretende mucho más de lo que consigue. Dejando atrás las banalidades pasemos a lo verdaderamente importante: las patatas bravas.

  Tal y como se puede observar en la foto (no sé por que aparece como una nebulosa borrosa en todas las fotos que tomé) las patatas las sirven cortadas a la manera tradicional, en gajos o cachelos, bien fritas por fuera y realmente blandas y suaves por dentro. En lo que a las patatas concierne la receta era magnífica. Sin embargo, no ocurre lo mismo con las salsas. En "La Pincelada" van más allá del concepto dos salsas de "ketchup y mayonesa", y sirven las patatas acompañadas con dos vasitos de salsa, uno de ellos con una especie de ali-oli al comino, y otra parecida a la salsa rosa. Al catar la primera patata bañada en salsa lo primero que se me pasó por la cabeza era que se habían equivocado, y que me habían echado la salsa rosa de la ensalada a mi y la salsa brava en la ensalada de un pobre cliente, pero al parecer es que la receta es así. Igual deberían hacer una visita a "Er Más Bar", y hacer una súper mezcla con sus salsas y así hallar el punto medio entre el fuego infernal y la carencia de gracia y de sabor. Ya lo decía Aristóteles, la virtud está en el punto medio. Creo que estoy empezando a comprender por qué te sirven una buena copa de vino antes de traerte las bravas: no hay persona en su sano juicio o en estado de sobriedad que sea capaz de llamar a ésto "patatas bravas".

  En definitiva, tal y como ya he dicho, "La Pincelada" es un sitio moderno, agradable y tal, con buenos y trabajados platos de presentación impactante (quizás más lograda que los cuadros que adornan el restaurante) y gran sabor. Pero en lo que a las patatas bravas (o mejor dicho patatas sosas) concierne, éste bar no vale un duro. Así que ya saben, si pasan por la Alfalfa, antes de tomarse un chupito pásense por "La Pincelada" y pidan cualquier cosa menos las patatas bravas.

Resumen:

  Nombre y Localización: La Pincelada. Calle Pérez Galdós 20, Sevilla.

  Valoración del Restaurante: Buena.

  Versión de las Bravas: "Dos Salsas".

  Valoración y Precio de las Bravas: Mala. 2'75€ con Copa de Vino.

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En La Espero Te Esquina


  En la sevillana calle Corral del Rey, entre las iglesias de San Isidoro y San Nicolás, se encuentra "En la espero te esquina". Sí, han leído bien, ese es el nombre de este bar que hoy nos ocupa. Nada más entrar uno encuentra una alargada barra insertada en un pasillo no muy ancho, cuyas paredes están llenas de fotografías y carteles de Semana Santa, así como también algunas maquetas de pasos y palios. El bar presume de su "mantecao de pringá", una suerte de montadito a lo grande, con solomillo al whisky y patatas fritas en su interior, pero también tiene una amplia carta de tapas, pepitos y montaditos, así cómo platos que no se encuentran en dicha carta, siendo recomendable echar un ojo al mostrador de la barra o a tapas de temporada, como por ejemplo, los caracoles o el salmorejo, que ya empezaban a verse en el momento que visitamos el lugar. No obstante, hoy nos ocuparemos de las patatas bravas, como es costumbre en este blog.

  Las patatas estaban cortadas adecuadamente, en los tradicionales cachelos. Si bien estaban fritas, algo más de consistencia en su interior no le habrían ido nada mal. No obstante, esto no iba del todo mal con las salsas que las acompañaban. Efectivamente, salsas, en plural, porque aquí nos sirven, como es costumbre en muchos negocios de esta ciudad, la versión dos salsas de las bravas. La salsa principal quizá fuese algo floja, le vendría bien más fuerza, tanto en sabor como en pique, aunque al final del plato uno no puede resistirse a pasear las patatas a lo largo del plato para rebañar, lo cual sería difícil de hacer si fuera mucho más picante. A ello también colabora la mayonesa que la acompaña, mucho más espesa pero bastante suave, lo cual le va bastante bien al plato (para ser una versión dos salsas). La tapa de bravas es abundante, de precio razonable, aunque también se dispone de una ración por algo más.

  En definitiva, si entre la amplia oferta sevillana de restauración se decantan por este negocio de nombre disléxico, un buen acompañamiento a las demás tapas pueden ser las bravas, pero sin duda no son las bravas motivo de peregrinación a este local.

  Por @JeM_4

Bar Salomón, El Rey de los Pinchitos

  Dos locales mas allá del "restaurante" (por llamarlo de alguna manera) de la última entrada del blog, cerca de la plaza San Martín de Porres, concretamente al final de la calle López de Gomara, hay un bar de renombre aquí en Sevilla. Famoso por sus pinchitos, éste bar no podría llamarse de otra manera que "Bar Salomón - El Rey de los Pinchitos".

  Entre una larga hilera de locales del sector de la restauración, la mayoría humildes tascas de barrio, encontramos un bar pequeñito anunciado por un letrero amarronado. Las dimensiones del bar son muy pequeñas, alrededor de una decena de mesas en la calle y otras cinco dentro del local, que apenas medirá más de diez metros cuadrados. La decoración no tiene nada que ver con los típicos bares trianeros: paredes lisas sin apenas decoración (exceptuando unos cuantos azulejos que sugieren platos algunos de la cocina al cliente), un agradecido aire acondicionado, una pequeña barra, mobiliario moderno y ciertos platos a la vista, como tortilla, aceitunas, o sus famosos pimientos de padrón. También es digno de agradecer el buen trato de los camareros, que aún siendo un poco "guasones" hacen su trabajo con rapidez y eficacia. La carta (que verdaderamente no es necesaria, ya que puedes saber qué es lo que mejor preparan con tal de echarle un vistazo a la pared) contiene las típicas recetas de bar sevillano: montaditos, solomillo con diferentes salsas, mucho pescado (boquerones en vinagre, bonito, bacalao...), berenjenas fritas con miel, ternera con pasas y almendras... de las cuales caben destacar los pinchos morunos. Y es que el epíteto de este bar, "El Rey de los Pinchitos" es muy merecido. A diferencia de otros bares, en el "Bar Salomón" hacen los pinchitos totalmente limpios a la brasa y no a la plancha, aderezados generosamente con la mezcla que hacen ellos, y que da como resultado un buen plato cuyo sabor evoca Marruecos. Pero éste blog no está dedicado a los pinchitos, así que vamos al quid de la cuestión:

  En "Bar Salomón" preparan sus bravas (o "papas bravas", como ellos las llaman) con una única salsa. Poco misterio hay en freír unas patatas, hay quien las cuece antes de freírlas  mientras que otros prefieren hacerlas a fuego lento en el aceite. Pues bien, no sé cómo las harán en éste bar, pero desde luego estaban muy buenas, bien doradas por fuera y completamente suaves y blandas al tacto por dentro. Aunque las patatas ya de por sí están muy buenas, es la salsa lo que le da la fama a este bar, y es que sirven las "papas" con una original salsa anaranjada suave de picante y bastante especiada. No sabría decir qué más lleva a parte de ajo y cominos enteros, pero a diferencia de lo común parece que la base de la salsa es de verduras, en lugar de caldo o vino, y sin embargo no sabe a puré de verduras (como pasa en el restaurante "Levies", por ejemplo).

  Concluyendo, la fama del "Bar Salomón" no es inmerecida: buen trato, muy buenos precios, buena comida y ambiente agradable. Y si algún día pasan cerca del mercado de San Gonzalo con ganas de un  buen plato de bravas con un toque a especias, o de un pincho moruno verdadero, no lo duden y entren en "El Rey de los Pinchitos".

Resumen:

  Nombre y Localización: Bar Salomón El Rey de los Pinchitos. Calle López de Gomara 11, Sevilla.

  Valoración del Restaurante: Buena.

  Versión de las Bravas: Una Salsa.

  Valoración de las Bravas: Muy Buena.

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Er Más Bar

  Aquí comienza la crítica a uno de los bares que nunca podré olvidar. ¿Por qué? a continuación van a leer el motivo:

  Al principio de la trianera calle López de Gomara, muy cerca del mercado de San Gonzalo, hay una zona repleta de bares (entre los cuales se encuentra el famoso "Bar Salomón, el Rey de los Pinchitos"), mejores y peores, más modernos o tradicionales. Y quiso el destino ese día, de entre todos los bares que hay, que solamente "Er Más Bar" permaneciera abierto y yo entrara en él.
  Un llamativo cartel rojo chillón, perceptible a cientos de metros, con el curioso nombre estampado en blanco nos presenta este pintoresco negocio. Al entrar te da la sensación de que vas a comer en un bar que antaño fue algo más: decoración muy tradicional (vírgenes, azulejos y cuadros por todas partes), espacioso (aunque penosamente distribuido), con una televisión de pantalla plana (ahora dañada por un golpe), mobiliario de madera... y cierto sabor en el ambiente. En cuanto a la carta, hay una parte más típica con los platos más comunes (todos sabemos cuáles) y otra que parece más de un restaurante de comida rápida, repleta de coloridas letras que indican los menús que sirven. Pero quiso el paso inexorable del tiempo que este bar se haya venido a menos, resultando uno de los peores negocios de restauración a los que haya ido en la vida.

  Puedes sentarte en una mesa, o en la barra, que pasarán los minutos y nadie te atenderá, ya que la camarera (que habla de una forma ininteligible) disfruta de su tiempo de trabajo discutiendo a voces con el que parece el propietario sobre Dios sabe qué. Cuando ya te hartas y te levantas por fin te apuntan las patatas bravas, de forma desganada y en ese idioma propio, y el único motivo que te queda para no irte es el hambre. Tras un rato te traen una gran cesta con tenedores (¡sorpresa!) sin pan ni picos ni nada parecido. Y por fin desde la cocina, y con una conversación a gritos como banda sonora, llega el plato que has pedido.

  Una vez te "tiran" el plato sobre la mesa compruebas que la ración que preparan tiene las patatas cortadas de la manera típica (en cachelos) y una única salsa anaranjada y de textura sospechosa como cubierta, que ahora me encargaré de describir. No llevo mucho tiempo con este blog, pero es cierto que ya he ido a un buen número de restaurantes de todas partes de España (la mayoría por un motivo u otro no tienen crítica), y he probado tantas variantes de la receta como bares hay, pero hasta éste día no había probado nada igual. Y es que, esta simple salsa anaranjada, parece un extracto de la esencia del mismo infierno. No es que fuera picante, es que una patata acompañada de este castigo anaranjado te priva de saliva en toda la boca durante cinco minutos, te enrojece los labios y sus alrededores, te diluye la mucosa que llevaba en tus fosas nasales desde tu última gripe, te hace llorar, y hasta te provoca un terrible dolor de estómago y una sinfonía de borborigmos digna del peor compositor. Y os aseguro que no exagero.

  No sé cómo sería antes éste local, pero ahora no vale (por atención al cliente, por su comida, por el ambiente y muchas otras razones) absolutamente nada. No sé qué llevaría la salsa, no sé si la preparan ellos,  si la compran en Mercadona o la importan desde el averno, no sé si será legal ese picante, ni sé si sanidad ha visitado alguna vez "Er Más Bar", pero quien no va a volver nunca jamás (y resalto que nadie debería hacerlo), soy yo.

Resumen:

  Nombre y Localización: Er Más Bar. Calle López de Gomara 15, Sevilla.

  Valoración del Restaurante: Mala.

  Versión de las Bravas: Una Salsa.

  Valoración de las Bravas: Muy Mala.

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Receta Tradicional Patatas Bravas

  Hola a todos, en lugar de hacer una crítica a un restaurante y sus patatas bravas voy a proponeros una sencilla receta para preparar esta maravilla de plato que he sacado tras probar varias versiones. Que decir tiene que no hay una receta fija de referencia, pero sí que hay ciertos ingredientes comunes como es el pimentón y otros "prohibidos" (para la forma tradicional) como es el tomate. Así que os animo a meteros un rato en la cocina a probar esta receta y luego hacer vuestra propia variación. He de decir que ni mucho menos ésta es la mejor salsa brava que he probado. Aunque a mi me gusta, las hay mucho mejores (como las de algunos de los restaurantes de los que hablo en este blog). Tras varias semanas de la primera versión de la receta puedo decir orgulloso que ha mejorado considerablemente (ya hasta se parece a la salsa del famoso "Las Bravas") y espero que siga así. Espero que os guste:

 -Ingredientes para la salsa:
    3 Cucharadas Soperas Aceite Oliva.
    1 Cucharada de Café de Pimentón Dulce.
    1 Cucharada de Café de Sobrasada.
    1 Cayena.
    1 Ajo.
    1 y 1/2 Cucharada Sopera de Harina
    3/4 de Vaso de Caldo de Cocido.
    1/4 de Vaso de Vino Blanco.
    Sal, Vinagre, Tabasco, Pimienta y Comino.

  Calentamos en una sartén las tres cucharadas de aceite hasta que esté bien caliente, pero sin que llegue a humear. Una vez lleguemos a éste estado, retiramos la sartén del fuego (o lo bajamos considerablemente) y echamos el pimentón dulce con la sobrasada, removiendo hasta conseguir que se mezcle bien y se disuelva en el aceite. Seguidamente echamos la harina, la cayena entera, el ajo pelado mientras removemos constantemente, y poco a poco vertemos el caldo mezclado con el vino (si está caliente mejor) y seguimos removiendo la salsa anaranjada para que no se formen grumos. Mientras se termina de homogeneizar la mezcla, echamos un poco de vinagre, tabasco, pimienta, comino y sal al gusto (yo suelo echar un golpe de cada). Una vez tengamos la salsa bien mezclada ponemos la sartén a fuego lento (o lo subimos un poco) y la dejamos reducir, hasta conseguir la textura deseada, y antes de servirla retiramos el ajo y la cayena.

  -Ingredientes para las Patatas:
    3 Patatas Medianas.
    Agua, aceite y sal.

  Pelamos las patatas y las cortamos en cachelos (un corte vertical, otro horizontal y varios cortes perpendiculares dependiendo de lo larga que sea la patata). Cogemos los trozos y lo echamos en un cazo con bastante agua y sal. Ponemos el cazo en el fuego y calentamos con una tapa manteniendo el hervor hasta conseguir que las patatas queden bien blandas. Para que las patatas tengas más sabor podemos echar un poco del mismo caldo que usamos para hacer la salsa. Sacamos las patatas y las echamos en una sartén con bastante aceite caliente. Con cuidado de que no se nos quemen por un lado y se nos queden crudas por el otro, freímos todas las patatas hasta que queden bien doradas. Cuando lleguen al estado deseado las sacamos del aceite, escurrimos el aceite, las ponemos en un plato y vertemos la salsa que hemos preparado previamente por encima.

Catalina Casa de Comidas y Más

  Muy cerca de la Plaza de la Encarnación de Sevilla, donde están las famosas "Setas", hay una plaza de nombre Padre Jerónimo de Córdoba, en la cual hay enclavado un restaurante de vanguardia (por lo menos en comparación con la mayoría de locales de restauración de la capital hispalense), que sin perder la esencia de la cocina tradicional, elabora unos platos de potente estética, mucho sabor, y alta calidad. No hablamos de otro restaurante que de "Catalina, Casa de Comidas y Más".

  Cuando te acercas a este restaurante lo primero que se te pasa por la cabeza es que vas a entrar en un local que parece sacado de la España de mediados del siglo pasado, ya que tanto el logo estampado en los toldos del local, como la tienda de ultramarinos del interior, la carta en madera, o la estética misma del mobiliario te evocan a esa época. Sin embargo los imperantes colores lisos claros y la sobriedad general de la decoración terminan haciendo de éste un local moderno con un bonito contraste.

  A diferencia de otros restaurantes o bares, en "Catalina, Casa de Comidas y Más" puedes ir a la tienda que tienen nada más entrar en el local y comprar tanto productos como comida elaborada por ellos disponible para llevar. La verdad es que no compré nada, pero todo tenía una pinta muy buena. Por otra parte, no sé si porque ese día precisamente había poca gente, pero hay cierto exceso de personal que a veces puede hacerte sentir un poco incómodo, observado y controlado, como pasa en otros bares como la famosa "Bodeguita Romero", peroes no quita que el servicio fue rápido e impecable. En cuanto a la carta, la mayoría de platos son raciones o medias, habiendo aproximadamente una decena de tapas, a parte de las que tienen fuera de carta y que varían según  el día. En esa carta de madera puedes encontrar risotto ibérico con jamón, croquetas de gambas y salsa tártara, tartar de atún rojo con aguacate... y así muchos más platos, entre los cuales recomiendo los canelones de rabo de toro de fuera de la carta que estaban fantásticos. Y también fuera de la carta encontramos, cómo no, nuestro plato predilecto: las patatas bravas.

  Mientras el camarero me leía los platos fuera de carta y me describía cómo hacían este plato, la boca se me hacía agua "patatas confitadas con salsa brava, acompañadas por una mayonesa sobre..." aunque es cierto que la adición de mayonesa no me inspiraba mucha confianza (más de un bar me ha hecho odiarla cuando se le echa a este plato) me moría de ganas por probarla. Al poco rato cuando el camarero trajo a la terraza, con un ambiente fantástico en noches de verano, el plato supe que me iba a gustar, por una sencilla razón: hacía tiempo que había leído que Sergi Arola tenía su propia versión de las patatas bravas, y su estética me encantó, las patatas tenían forma de cubo, y en el hueco que formaban se vertía la salsa, quedando una presentación muy buena. Pues bien, la presentación del plato era muy parecida, incluso mejor, ya que aún teniendo forma cilíndrica, le dejaban a la patata la piel, como se hacía tradicionalmente. Dentro del cubito de patata echan la salsa brava de color rojizo, y la coronan con un poco de mayonesa (o alioli, no sabría decirlo), para terminar colocando el tubérculo sobre otra salsa rosácea que no he podido saber qué era.

  Partiendo de la buena base de la presentación, cabe decir que esta receta es "diplomática", ya que al tener dos salsas, siendo una de ellas al estilo tradicional del centro peninsular, contenta tanto a los partidarios de una versión como de la otra, lo que siempre es bueno. Pasando a la receta, las patatas no estaban fritas y cocidas, si no que se limitan a cocerlas con sal sin quitarle la piel, quedando algo parecido a unas "papas arrugás" tiernas por dentro. Yo soy más partidario de cocerlas y freírlas después, pero es cierto que en muchos locales lo hacen de esta manera, y no queda nada mal. En cuanto a la salsa brava, ésta me recordaba mucho a la de la "Nieta de Pepa": mucho sabor, bien de sal, y un picante suave pero resultón, es decir, como tiene que ser una salsa brava (lo cual no es nada fácil de conseguir). Por otra parte, la mayonesa casera (o lo que fuera) quedaba muy bien estéticamente, y al no tener mucho sabor dejaba que fuera la salsa brava la protagonista del plato.

  La verdad es que nunca habría venido a este bar si no fuera por la recomendación que me hizo mi antiguo profesor de Física, al que le agradezco enormemente este descubrimiento, y habría sido una lástima. Si quieren disfrutar de una buena cocina en la que se preocupan por la estética y calidad (por la que se paga) manteniendo la esencia de la cocida de la región y sin olvidar sus raíces, pero sobre todo si quieren probar una de las mejores versiones de las patatas bravas hasta ahora, no lo duden y vengan a "Catalina, Casa de Comidas y Más". No se arrepentirán.

Resumen:

  Nombre y Localización: Catalina Casa de Comidas y Más. Plaza Jerónimo de Córdoba 12, Sevilla.

  Valoración del Restaurante: Muy Buena.

  Versión de las Bravas: Dos Salsas.

  Valoración de las Bravas: Muy Buena.

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Casa Olga

  Cada vez que oigo a alguien hablar sobre un bar en el que hacen bien las patatas bravas, o leo una crítica de algún periódico a un bar y destacan esa receta, apunto rápidamente la dirección e intento ir cuanto antes y subir una pequeña entrada a este blog. Las otras entradas que hago son sobre aquellos bares a los que voy, y en los que por casualidad sirven unas buenas patatas bravas, si no son nada del otro mundo no hago ninguna entrada. Dicho esto, puedo decir que si he ido a "Casa Olga", en la plaza Otelo del sevillano barrio de la Macarena (creo que es el barrio con más bares con fama de hacer patatas bravas por habitante), es porque he oído a bastante gente hablar maravillas acerca de su receta del plato al que dedico el blog, y también puedo decir que si hubiera ido por mi cuenta no habría hecho entrada alguna sobre este bar de barrio.

  España es uno de los países del mundo con mayor número de locales dedicados a la restauración, y "Casa Olga" es un perfecto ejemplo de qué tipo de negocios conforman el grueso de este sector. Quitando cadenas de restaurantes, franquicias, y bares de alta calidad, lo que más abunda en las ciudades son pequeños bares de barrio. Éstos locales son todos parecidos: una televisión en una esquina del bar, mesas  y sillas de madera en el interior, y de metal en el exterior bajo un toldo de plástico, clientela fiel que toma allí todas las mañanas su café antes de trabajar, y una carta repleta de platos tradicionales elaborados de forma casera. ¿Es esto malo? Ni mucho menos, locales como estos aumentan la oferta culinaria española, y desde el punto de vista económico, aportan competitividad al sector, lo cual siempre es bueno. ¿Pero aumentan la diversidad de la oferta? En eso ya no estaría tan seguro. Si das un paseo por el barrio de la Macarena, por ejemplo, te encontrarás casi una centena de bares de este tipo, todos muy parecidos, y si miras sus cartas te encontrarás lo siguiente: mismos platos típicos, misma forma de hacerlos, y mismos precios. Y me reitero: ¿es esto malo? No, pero si ya has ido a uno de ellos, salvando contadas excepciones, puedes decir tranquilamente que ya has ido a todos. Y con esto lo único que quiero decir es que al igual que no hice la crítica al bar "Hermanos Gómez" hubiera podido igualmente no hacérsela a "Casa Olga", porque lo único que ofrece es más de lo mismo, monotonía, rutina... y los locales que triunfan son aquellos que apuestan por la calidad, la diferencia y el riesgo. Que si, que la comida está buena (tal y como veremos más adelante) pero si quieres un buen plato que no hubieras podido hacer en tu casa, no vengas a estos lugares.

  Tras esta especie de discurso en reivindicación de los bares y restaurantes que tratan de sorprender y agradar a los clientes transformando las recetas ya conocidas y ofreciendo versiones mejoradas, no voy a describiros cómo era "Casa Olga", ni su carta, ya que encontraréis un local casi exacto en todos los sentidos si salís a la calle y entráis en el primer bar de barrio que veáis.

  Pasando al quid de la cuestión, como no podía ser de otra manera en Sevilla este bar sirve las patatas al estilo "dos salsas". Las patatas están bien fritas, crujientes y doradas por fueras, bastante suaves y blandas por dentro, para absorber todo el sabor de las salsas, y adecuadamente saladas. En cuanto a la salsa (en esta caso salsas) podemos decir que no se han molestado mucho en hacerlas: han hecho una mayonesa rápida (no parecía de bote) y tras servirla generosamente sobre las patatas han vertido ketchup (este era obviamente comprado) de forma "artística" sobre la salsa blanca. Nada más ¿Estaban buenas? Sí ¿Son patatas bravas? Para mi es la versión cutre-vaga de la receta que puedes hacer en tu casa en 5 minutos, y por la cual yo no iría expresamente a un local. Se puede hacer la receta con una sola salsa o con dos, pero siempre de manera trabajada y de calidad, como hacen en "Gambrinus" o "La Taberna de Torneo/Nervión/Porvenir" sin ir más lejos. Para no dejarles en demasiado mal lugar diré que el plato estaba bañado en salsa de forma abundante, lo que se agradece bastante a la hora de que a cada patata le toque salsa.


  En definitiva, si algún día anda por la calle Sánchez Pizjuan extasiado de hambre y tiene 4,7€ en el bolsillo para gastar, puede entrar en "Casa Olga" a invertir su dinero en un plato rico (nunca lo he negado) al que yo no llamaría patatas bravas (más bien patatas con mayonesa y ketchup) y que puede prepararse en un momento en su casa.

Resumen:

  Nombre y Localización: Casa Olga. Plaza Otelo, Sevilla.

  Valoración del Restaurante: Mala.

  Versión de las Bravas: Dos Salsas.

  Valoración y Precio de las Bravas: Mala, 4'7€

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Texas

  En el sevillano barrio de Santa Aurelia, muy cerca del parque Amate, concretamente al lado de la Plaza de la Romería, hay un modesto bar de barrio donde todos los platos tienen nombre de ciudades o estados americanos y que tiene una sección dedicada de comida mejicana: el Texas.

  No es ninguna cadena de restauración, ni un famoso bar del casco antiguo o un restaurante de afamada cocina, por lo que no tiene una decoración espectacular como otros sitios a los que hemos ido. De hecho, casi todas las mesas metálicas se sitúan bajo un toldo en la terraza del bar, donde corre un agradable aire, lo que se agradece mucho en días de calor como son éstos. Por la misma razón la atención al cliente no es especialmente brillante, aunque es verdad que los platos salen de la cocina en poco tiempo. 

  A diferencia de otro locales de barrio más comunes, éste bar no sirve adobo, calamares fritos o montaditos (comida típica de la zona en definitiva), si no que ofrece un amplio repertorio de hamburguesas, baguettes, ensaladas, sándwiches, y platos mejicanos. En Texas puedes probar desde un sándwich Nueva York, hasta una hamburguesa Texas, pasando por una baguette Arizona o platos de origen mejicano como burritos, tacos y nachos.  Tal y como se puede ver en la imagen, hay tres menús que incluyen un plato, bebida, y una guarnición. Además, cabe decir que los precios de los platos son bastante asequibles, y no por ello sacrifican la calidad de sus platos, algo que siempre es de agradecer y que no todos hacen. Y como no podía ser de otra manera, en la sección de acompañantes, figuran el plato al que esta dedicado este blog, y cómo no, lo probamos:

  Tal y como se puede observar en la foto las patatas las cortan al estilo "french fries" en lugar de servirlas en gajos, como hacen la mayoría de bares, pero están bien fritas por fuera y tiernas por dentro. Esto es comprensible ya que sólo las bravas suelen ser cortadas así, y este plato de patatas podía ser acompañado por alioli o mojo picón. La salsa fue verdaderamente una sorpresa, ya que en una primera instancia a uno le parece una mezcla de ketchup y mayonesa, pero a medida que saborea se aprecian más sabores: un suave picante  que recuerda al del vinagre y el tabasco, lleno de sabor, un toque de pimienta, y una textura cremosa fantástica. Así que parece que efectivamente la base de la salsa es el ketchup y mayonesa, pero le añaden especias e ingredientes que terminan haciendo una versión muy buena de la receta en lugar de una vulgar mezcla de dos ingredientes de bote.

  En definitiva, si algún día pasa por Santa Aurelia o sus alrededores y le apetece probar comida inspirada en el continente americano o platos mejicanos con una buena fama entre los vecinos, no lo dude, entre en Texas  y pida un plato acompañado por unas fantásticas patatas bravas dos salsas con un toque original pero muy bueno.


Resumen:

  Nombre y Localización: Texas. Plaza de la Romería, Sevilla.

  Valoración del Restaurante: Buena.

  Versión de las Bravas: Dos Salsas.

  Valoración y Precio de las Bravas: Buena.

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La Nieta de Pepa

  En un mágico entorno como es el sevillano Barrio de Santa Cruz, concretamente en la calle Rodrigo Caro, se encuentra uno de esos típicos y modestos bares de la zona que apenas tiene unas diez mesas en su interior y otras tantas en una de las encantadoras plazas del barrio. Bares como estos, aunque cada uno diferente y a su manera, hay muchos pero quiso el destino que entrara en La Nieta de Pepa para probar hasta ahora las mejores patatas bravas de Sevilla.

  Entre el cansancio y el hambre dados en una larga jornada de Semana Santa sevillana, un céntrico bar que mantiene sus azulejos originales de tienda de antigüedades, donde los platos del día y las especialidades se escriben en una pizarrita colgada junto a la puerta, y sobre todo que desprende un  magnífico aroma, es una oportunidad irrechazable para descansar y recuperar fuerzas. La decoración del local era bastante curiosa, mantiene elementos antiguos y con solera como una gran lata de pimentón de La Vera, las paredes de ladrillo visto, una carta repleta de platos tradicionales... y por otra parte tiene elementos de contraste como sobrias mesas y sillas blancas o una ejecución y decoración bastante moderna en muchos de sus platos. En cuanto a la carta, tal y como he dicho, platos típicos: berenjenas, boquerones, rabo de toro, lomo con diferentes salsas, patatas alioli, montaditos en cantidad... entre los que cabe destacar el cazón en adobo (para mi gusto bastante bueno, aunque le faltaba un poco más de gracia) y la "cazuela de pepa", que consiste en gambas en una cazuela de barro con aceite, vino blanco, una punta de guindilla y jamón (aunque hay que decir que olía mejor que sabía). Y como no podía ser de otra manera, escrito en la pizarra exterior se encuentra nuestro plato estrella, y que irremediablemente probamos.

  Creo recordar que hasta ahora, y exceptuando barbaridades como la de "La Sureña", éste es el único bar que haya probado en Sevilla que sirve las patatas bravas más al estilo original o del centro de la península: una única salsa, normalmente un poco anaranjada, que baña a las patatas. Pero sea de una variante u otra, unas buenas patatas bravas deben ser picantes en su justa medida, estar bien fritas por fuera y blandas y un poco compactas por dentro, y sobre todo tener sabor. Pues bien, la receta de La Nieta de Pepa cumple estos tres requisitos fundamentales. Servidas en una sartencita, las patatas están cortadas en gajos y bañadas en una salsa rojiza origen de un espléndido aroma que hace la boca agua. He de reconocer que la salsa me recuerda a otra que tomé hace muchos años, por lo que no estoy seguro de que sa salsa la hagan ellos o la compren, pero la verdad es que es muy buena. Al principio la salsa no pica apenas, sobre todo se aprecia un toque salado y un buen sabor que recuerda muy tenuemente a tomate, pero a medida que vas tomando patatas el picante aparece, y termina de hacer gala al nombre de la receta sin sacrificar el sabor.


  Concluyendo, la primera vez que pruebo unas patatas bravas a la manera original resulta ser un éxito, sin duda una de las mejores versiones que he probado de Despeñaperros para abajo (aunque seguramente más de uno no coincida conmigo). Recomendable el plato y recomendable el bar, así que os animo a un día que paséis por este maravilloso barrio, entréis en La Nieta de Pepa y os toméis unas buenas bravas.

Resumen:

  Nombre y Localización: La Nieta de Pepa. Calle Rodrigo Caro 7, Sevilla.

  Valoración del Restaurante: Muy Buena.

  Versión de las Bravas: Dos Salsas.

  Valoración de las Bravas: Muy Buena.

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Patio San Eloy

  Encuadrados de forma privilegiada, concretamente en las calles del centro histórico sevillano, puedes encontrar en un ambiente en sempiterna ebullición, y más aún en fechas señaladas como es la Semana Santa, una cadena de bares muy arraigada en esta ciudad como es la del Patio San Eloy.

  Aproximadamente son siete los bares que configuran este grupo, pero todos son igualmente reconocibles desde la calle: gente entrando y saliendo, azulejos cartujanos, ese inconfundible color albero hispalense, cierto estilo moderno y elegante... Estos bares son muy conocidos, hay quienes les tienen más estima que otros, pero lo cierto es que todo el mundo habla bien de ellos. Salvo por ese estilo elegante, y "posh" si me apuras, del que hablaba antes estos bares pueden ser confundidos con cualquier bar sevillano del centro, ya que su carta ofrece lo más típico de la ciudad: solomillo al whisky, adobo y calamares fritos, patatas con alioli, un buen surtido de montaditos... pero sin perder la calidad que le precede (con su correspondiente repercusión en el precio). Está claro que no se puede generalizar, pero es cierto que tanto trasiego y bullicio provocan cierta falta de atención y retraso por parte del personal, tanto a la hora de pedir, como en la llegada de los platos, y el pago de la cuenta. Pero igualmente puedes ir acto seguido a cualquier bar y que te pase lo mismo, el rendimiento siempre baja en determinadas situaciones, y más en una fecha como ésta en la que hay tanta clientela. Dejando a un lado lo demás, no estaría hablando del Patio San Eloy si en su carta no figuraran nuestras queridas patatas bravas, así que sin más dilación vamos a ello:

  Antes de que me llegaran a servir el plato estaba gratamente sorprendido por lo siguiente: a lo largo de todas las entradas anteriores han habido tanto patatas "dos salsas" (más típicas en el sur y levante, que no son las originales) como patatas bravas tradicionales (más comunes en el centro peninsular), y con ellas cierta trifulca entre ambas. Sobre gustos no hay nada escrito, algunos son más partidarios de la original y otros de la "dos salsas", y nunca vamos a llegar a ponernos de acuerdo sobre cuáles son mejores. La gracia de este plato consiste en que acaba con todo debate posible al servir las dos versiones en una: las patatas vienen acompañadas por tres salsas: una roja (desgraciadamente en este caso ketchup), mayonesa, y salsa brava. De esta forma puedes elegir tú mismo de qué forma te gusta más el plato y acabar así con la división de opiniones. 

  Analizando más concretamente el plato, las patatas están cortadas de la forma original, en gajos, bien fritas por fuera y adecuadamente compactas y blandas por dentro (como debe ser). En cuanto a las dos salsas, el Patio San Eloy ha caído en la típica "trampa" de los bares de servir ketchup (sin más misterio) en lugar de una salsa roja picante. Otros bares optan por un punto medio y a partir de la salsa de tomate, haciendo uso del tabasco o cayena, hacen una salsa brava, pero desgraciadamente no es el caso. Por otra parte la salsa  brava, de color rojo apagado y textura parecida a la de la melaza, hace honor a su nombre, tanto que opta por no tener sabor alguno y picar de una forma salvaje (hasta ahora ha sido la salsa brava más picante que he probado), condenándote a varios vasos de agua para soportar el plato.


  En definitiva, es un bar muy agradable que mantiene la esencia sevillana con un aire más moderno y cuidado, y la idea de conjugar ambas versiones es magnífica, espero que más locales se suban al carro e imiten al Patio San Eloy, pero desde luego no han sabido llevarla a cabo haciendo uso de salsas ya hechas o extraídas del mismo infierno.

Resumen:

  Nombre y Localización: Patio San Eloy. Diferentes lugares de Sevilla.

  Valoración del Restaurante: Buena.

  Versión de las Bravas: Tres Salsas.

  Valoración y Precio de las Bravas: Mala.

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Pura Gula

  En contadas ciudades andaluzas como Sevilla y Málaga, así como en alguna otra del resto de la península como Burgos, puedes encontrar un simpático buffet de ensaladas, pasta, y, sobre todo, pizzas, en el cual puedes comer hasta el éxtasis por aproximadamente 10 euros. No hablo de otro restaurante que de Pura Gula.

  Si algo caracteriza a esta cadena de restaurantes es, desde mi punto de vista, su tono simpático tanto como en el trato con en el personal como en la decoración y estilo: platos de colores, más de una veintena de tipos diferentes de pizza, camareros "cantando" la pizza que llevan entre las mesas, jarras de agua para que te sirvas cuanto quieras, caramelos con la cuenta... en fin, pequeños detalles que a mí por lo menos me gustan mucho, y me parecen cuanto menos poco frecuentes. 

  He de confesar que no soy un gran amante de las ensaladas, pocas veces he tomado ensalada en Pura Gula, pero sí que es cierto que te ofrecen una amplia variedad de ingredientes y salsas (pasta, lechuga, quesos, atún, piña, jamón, maíz, pollo, salsa césar...) para que tú mismo hagas tu propia ensalada, las cuales quedan de fábula. Y más de lo mismo pasa con la pasta, te ofrecen muchos tipos de pasta y de salsas e ingredientes para que te hagas la composición que más te guste. La mecánica de las pizzas es diferente, te quedas sentado en la mesa y a cada rato pasa un camarero portando una bandeja con una pizza, y si quieres te sirve un par de trozos. Las pizzas éstas están hechas de una masa muy fina, y tal y como ya he dicho, hay tropecientos tipos diferentes para elegir: desde las más clásicas de jamón y queso o tres quesos, pasando por las pizzas dulces de natillas con galletas o chocolate blanco y oreo, hasta las más extravagantes que hacen de un plato común una pizza, como es el caso de la burger o, cómo no, de la pizza de patatas bravas. Aunque todas las pizzas están buenísimas y todas son dignas de probar (personalmente recomiendo la burger, la holandesa, la catalana y la caprichosa), nos vamos a centrar en la de patatas bravas:

  Antes de empezar quiero dejar clara una cosa: en todas las entradas hasta ahora he opinado sobre las diferentes versiones del clásico plato de patatas bravas, sin más complicación. Pero este caso es diferente, ya que no voy a opinar sobre un plato de bravas de toda la vida hecho de una forma u otra, voy a opinar sobre una innovación, extrapolación, proyección...(como queráis llamarlo) de éste famoso plato, que lo plasma en una pizza, y eso es ya muy positivo para esta receta. 

  Esta pizza, como no podía ser de otra manera, tiene una base clara de mozzarella y tomate, que no afecta demasiado al plato, pero le da esa textura tan característica. A parte de la base la pizza lleva finas tiras de patata, que debido a la cocción quedan finas y crujientes, bañadas en una salsa de color rojiza con textura de melaza que le da la gracia al plato. A primera vista puede parecer ketchup, pero nada más morder, y dependiendo de la suerte que tengas, te vendrá un picante a la boca que te recordará rápidamente a la salsa brava, más que nada por el tabasco que le echan. Está claro que si es difícil captar bien la esencia de esta receta, y no hacer una chapuza de ketchup y mayonesa, más difícil es hacer una pizza de ello. Igualmente está claro que no va a saber igual (¡es una pizza, no un plato de patatas!), con el tamaño de las tiras, la hornada hace que casi todo el sabor de la patata pase inadvertido pero han conseguido hacer una salsa picante de pizza que recuerda más a la salsa brava que la de muchos bares.


  En conclusión, si queréis pasar una buena tarde, en un lugar simpático y diferente a, casi con toda seguridad, todo restaurante al que ya halláis ido; si os apetece hacer un concursito entre vosotros (dentro de los límites del sentido común, no vayáis a terminar enfermos), o si queréis lo más parecido a un plato de bravas hecho pizza, id a Pura Gula. Desde luego quedan en un lugar especial en el ranking de bravas.

Resumen:

  Nombre y Localización: Pura Gula. Varios lugares de España
  Valoración del Restaurante: Muy Buena.

  Versión de las Bravas: Una Salsa (Pizza).

  Valoración y Precio de las Bravas: Mala, Buffet Libre.